Powered By Blogger

24 de febrero de 2010

UN DON DEL ESPIRITU SANTO

LA PALABRA DE CONOCIMIENTO

¿QUÉ ES?

Por supuesto que este don del Espíritu Santo no tiene nada que ver con la adivinación ni el conocimiento del futuro. Estas prácticas anti-cristianas son condenadas desde siempre por la Palabra de Dios y la práxis y doctrina de la Iglesia. Tampoco es algo que se relacione con una “habilidad personal” ni un esfuerzo humano. Su utilidad es en favor de la persona para quien El Espíritu da la Palabra, no para quien la pronuncia con fe y confianza en el Nombre del Señor.

El don de “Palabra de Conocimiento” es una certeza interior –no una intuición humana guiada por conocimientos previos que se tengan de la persona-- acerca de algo que El Señor está haciendo (por ejemplo una sanación en desarrollo) o la certeza sobre algo que tiene que ver con la vida de las personas o sobre su pasado porque El Señor quiere sanar aquella área específica. Y puede ser una sola palabra, o una frase, o una cita bíblica o toda una imágen ó una intuición profunda. La certeza no es “seguridad” científica, pues la fe no se puede probar en el camino de la Ciencia, sino un convencimiento interior.

¿Cómo explicar su surgimiento? Es como tratar de buscar el orígen de una distracción mental o algo parecido. Y quien trate de buscarle explicación en mecanismos psicológicos o cognitivos simplemente pierde su tiempo. Incluso habrá quien niegue existan las palabras de conocimiento. Bueno, pues ahí está el testimonio de quienes han sido bendecidos por Dios con alguna palabra de este tipo.



Y la única forma de probar su veracidad es pronunciar la palabra públicamente en la fe y confrontarla con los hechos del pasado o del presente a que se refiere. Este don es muy útil sobre todo en el Sacramento de la reconciliación y en la dirección espiritual de las almas. Los testimonios son buenos porque se manifiesta la gloria de Dios y su gran poder y se fortalece la fe de quien la transmitió y de quien la recibió.

Cuando se busca la causa a una situación personal de desasosiego –por ejemplo-- y se ha agotado ya todo recurso a recuerdos o explicaciones, entonces se puede pedir al Señor una palabra para aquella persona. Y si surge, siempre será para el bien de la persona e implica muchas veces el sendero para pedir la sanación interior, especialmente tiene que ver con rencores, odios y traumas. Muchas veces un mal físico o psicológico está relacionado con un acontecimiento o sentimiento del pasado que tal vez la persona ha olvidado consciente o inconscientemente. Y la mayoría de las palabras que el Señor da son sorprendentes, tanto para quien las recibe como para quien las transmite.

No sería muy remoto pensar por ejemplo que Jesús, en el pasaje de la adúltera, cuando se pone a escribir en la tierra en silencio y luego les dice a los acusadores: “El que esté libre de pecado que arroje sobre ella la primera piedra” (Cfr. Jn 8,3-11) está recibiendo del Espíritu Santo Palabra de conocimiento sobre la vida de todos aquellos que han llevado a esa mujer. Por ello Jesús con certeza los reta –si están limpios-- a que tiren la primera piedra. Sabía que esa primera piedra no llegaría. Y tal vez si alguno se hubiera atrevido a lanzar la primera piedra El Señor le hubiera atajado el camino revelandole algún pecado oculto o pasado. Veamos el pasaje bíblico:

3 Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio 4 . y le dicen: « Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. 5 . Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices? » 6 . Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acuasarle. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. 7 . Pero, como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: « Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra. » 8 . E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. 9 . Ellos, al oír estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos; y se quedó solo Jesús con la mujer, que seguía en medio. 10 . Incorporándose Jesús le dijo: « Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie te ha condenado? » 11 Ella respondió: « Nadie, Señor. » Jesús le dijo: « Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más».

Jesús siempre está en sintonía con el Padre y con el corazón abierto a la acción del Espíritu Santo y por ello posee todos sus dones y los ejerce en beneficio de los que a Él acuden. Otro ejemplo clásico de cómo El Señor Jesús se vale del don de Palabra de Conocimiento puede ser el episodio que se da entre Él y la Samaritana, veamos la cita bíblica primero:

(Jn 4,3-30)

“abandonó Judea y volvió a Galilea. Tenía que pasar por Samaria. Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, como se había fatigado del camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta. Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: « Dame de beber. » Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana: « ¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana? » (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.) Jesús le respondió: « Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: "Dame de beber", tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva. » Le dice la mujer: « Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados? » Jesús le respondió: « Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna. » Le dice la mujer: « Señor, dame de esa agua, para que no tenga más sed y no tenga que venir aquí a sacarla. » El le dice: « Vete, llama a tu marido y vuelve acá. » Respondió la mujer: « No tengo marido. » Jesús le dice: « Bien has dicho que no tienes marido, porque has tenido cinco maridos y el que ahora tienes no es marido tuyo; en eso has dicho la verdad. » Le dice la mujer: « Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en este monte y vosotros decís que en Jerusalén es el lugar donde se debe adorar. » Jesús le dice: « Créeme, mujer, que llega la hora en que, ni en este monte, ni en Jerusalén adoraréis al Padre.Vosotros adoráis lo que no conocéis; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y los que adoran, deben adorar en espíritu y verdad. » Le dice la mujer: « Sé que va a venir el Mesías, el llamado Cristo. Cuando venga, nos lo explicará todo. » Jesús le dice: « Yo soy, el que te está hablando. » En esto llegaron sus discípulos y se sorprendían de que hablara con una mujer. Pero nadie le dijo: « ¿Qué quieres? » o « ¿Qué hablas con ella? » La mujer, dejando su cántaro, corrió a la ciudad y dijo a la gente: « Venid a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho. ¿No será el Cristo? »”

No hay otra forma por la que Jesús con autoridad le diga que “Ha tenido cinco maridos y el que ahora tiene no es su marido” sino sólo por Palabra de Conocimiento. Por ella Jesús sabe los detalles de su vida. Este episodio hará que la samaritana crea y su testimonio hará que toda la aldea crea también en Jesús, aunque sea judío y los separe la brecha del odio que hay entre ambos pueblos.

Los sacerdotes necesitan para su ministerio los dones del Espíritu Santo y seguramente mientras más fe y confianza tengan en Él, más recibirán del Espíritu Santo palabras de conocimiento, para poder guiar mejor al Pueblo de Dios.

El objetivo de la “Palabra de Conocimiento” es hacer presente el amor de Dios y el poder de Cristo Jesús, que actúa en favor nuestro y se hace presente sobre todo en los momentos más difíciles de nuestra existencia. La Palabra la da El Señor y de Él viene.

QUÉ NO ES

No es adivinación. No es pronóstico. No es psicoanálisis. No necesariamente tiene que ver con el futuro de la persona. Quien la recibe para transmitirla no la “compone” tomando retazos de lo que conoce para inferir lo que no conoce. Tampoco es producto de la “creatividad” ni de la imaginación. No es una deducción de lo que humanamente se conoce de la persona o de las circunstancias en las que vive o vivió. Y la prueba de su autenticidad no es otra sino su cumplimiento y su relación con las vivencias de la persona a quien se dirige.

No es una “construcción mental” basada en intuiciones humanas o leyes de probabilidad sobre la persona, sacada de lo que el sujeto refleja por su forma de comportarse, hablar o vestir. No es un pronóstico. No es un dardo que se avienta, buscando certeza, buscando “que pegue, que acierte”. La palabra de conocimiento no es tampoco proyección de temores o esperanzas, mucho menos cosas que se pueda uno imaginar sobre la personalidad, actos o sentimientos de la persona.

PBRO. ROBERTO SÁNCHEZ DEL REAL

20 de febrero de 2010

LOS CARISMAS EXISTEN HOY

LOS CARISMAS, DONES DE DIOS PARA LA IGLESIA DE TODOS LOS TIEMPOS


LOS CARISMAS Ó DONES DEL ESPÍRITU SANTO

La Evangelización NO ES PROPIEDAD DE MOVIMIENTO ALGUNO sino raíz del ser y el quehacer de la Iglesia desde siempre. El mandato evangélico de “Ir a predicar y enseñar a todas las naciones, bautizándolas en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28,18-19) es el motor de la actividad de la Iglesia, una actividad misionera por excelencia.

Por otro lado, la existencia de los Carismas en la vida de la Iglesia no es algo que esté a discusión, o que sea materia de opinión teológica. No son tampoco –los Carismas-- “algo que existió en el pasado” pues la Iglesia está viva y no es un museo de arqueología; veremos más adelante lo que nos dice sobre ellos San Pablo.

Los Carismas han estado siempre al servicio de la Iglesia –bajo la dirección de los legítimos pastores-- y no en favor de individuo alguno. No se han de sobrevalorar, cierto. Pero tampoco se pueden ignorar o negar so pena de contradecir en forma substancial la Palabra de Dios que nos habla de ellos, como “regalos” para construir (o “edificar”) la misma Iglesia, no pueden negarse ni mucho menos esconderse. Esto sería entender muy poco de la obra de Cristo en favor de la humanidad, por medio de su Iglesia.

Todos los dones del Espíritu son en sí mismos útiles para la edificación de la Iglesia, como se puede ver en la I carta a los Corintios en los capítulos 12 y 13. Veamos el Capítulo 12:


  1. En cuanto a los dones espírituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia. 2 . Sabéis que cuando erais gentiles, os dejabais arrastrar ciegamente hacia los ídolos mudos. 3 . Por eso os hago saber que nadie, hablando con el Espíritu de Dios, puede decir: « ¡Anatema es Jesús! »; y nadie puede decir: « ¡Jesús es Señor! » sino con el Espíritu Santo. 4 . Hay diversidad de carismas, pero el Espíritu es el mismo; 5 . diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo; 6 . diversidad de operaciones, pero es el mismo Dios que obra en todos. 7 . A cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común, 8 . Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría; a otro, palabra de ciencia según el mismo Espíritu; 9 . a otro, fe, en el mismo Espíritu; a otro, carismas de curaciones, en el único Espíritu; 10 . a otro, poder de milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de lenguas; a otro, don de interpretarlas. 11 Pero todas estas cosas las obra un mismo y único Espíritu, distribuyéndolas a cada uno en particular según su voluntad.

Ahora veamos el Capítulo 13,1-14:

Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia. Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía. Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño. Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.”

Los Carismas nunca han desaparecido de la vida de la Iglesia, ello podemos comprobarlo leyendo un poco algunas biografías de santos y confesores. Eran tan comunes que pronto dejaron de ser punto de referencia en la vivencia de la fe... simplemente existían desde los tiempos apostólicos y ya. Todo mundo sabía de ellos y los que los habían recibido los ejercitaban en bien de todos bajo la guía de los Pastores. Al parecer se cae precisamente en el extremo de no darles importancia, pues la Iglesia está ocupada –ante un alud de herejías-- en definir dogmas de fe y reglas para la sana administración de los Sacramentos. Los problemas en la Iglesia de los primeros siglos eran más dogmáticos y políticos que sobre el ejercicio de los Carismas que tenían ya carta de ciudadanía en la vida cotidiana de la Iglesia, por lo que nadie les prestaba demasiada atención. Ahí estaban y nadie los negaba o los combatía.



Poco antes del Concilio Vaticano II se da un reavivamiento espiritual de donde surge lo que hoy llamamos la Renovación Carismática Católica. Gracias al tino pastoral de Juan XXIII y Paulo VI este Movimiento es aceptado, a pesar de que hay algunos obispos que lo rechazaban. En esos casos, por desgracia las consecuencias fueron la división y el surgimiento de microscópicas sectas de corte neopentecostal entre antiguos católicos, algunas de ellas también de tendencia evangélica. En nuestro país la Renovación está presente en prácticamente todas las diócesis y órdenes religiosas. Contó desde los años 70´s con el decidido impulso de Mons. Carlos Talavera, antiguo obispo de Coatzacoalcos, Veracruz.

Los Carismas han aparecido en las comunidades y se extienden para el servicio de la Iglesia. Sin embargo, ejercer los Carismas en favor de la Iglesia no significa de manera alguna signo de santidad personal, sino más bien apertura a la acción del Espíritu Santo.

No hay –entonces-- relación directa entre dones del Espíritu Santo y santidad de vida, no necesariamente quien ejerce un Carisma es santo. A propósito de esto, veamos lo que dice El Señor en su Palabra en Mt 7, 21-23:

« No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. 22 Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" 23 Y entonces les declararé: "¡Jamás os conocí; apartaos de mí, agentes de iniquidad!"

Sin duda alguna que los Carismas que más llaman la atención no son los más importantes --según la teología paulina-- como la Caridad sino los más “raros” como por ejemplo el “Don de Lenguas” y el “Don de Sanación”.

Algunos como el “Don de Lenguas” son para la propia edificación en la oración personal. Pero la mayoría son para el bien de la comunidad. A partir del “reavivamiento” que se da a fines de los años 60´s en la Iglesia Católica, los Carismas han ido apareciendo por doquier COMO FRUTO DE LA EVANGELIZACIÓN Y LA ORACIÓN, gracias a la magnánima liberalidad divina. No pocas veces han sido “problema” entre pastores que los niegan y fieles que los sobrevaloran. Unos y otros deberán estar abiertos al Espíritu y desapasionadamente agradecerlos y ejercerlos en favor de la Iglesia.

Hay quienes dicen que la Iglesia no necesita Carismas sino lucha por la justicia y promoción del pobre. No parece haber contraposición entre unos y otra. La Misión por excelencia de la Iglesia es hacer presente el Reino de los Cielos y para ello El Señor le ha dado la fuerza de su Espíritu y su Palabra que pugna siempre por la auténtica justicia que nace del amor a Dios y al prójimo.

No podemos fragmentar y discriminar la acción del Espíritu, pues el que suscita luchadores por la justicia, teólogos brillantes, pastores llenos de Caridad, laicos comprometidos, mártires heróicos de la fe, místicos enamorados, predicadores elocuentes, misioneros totalmente entregados y carismáticos que lo alaban con gozo, es el mismo Espíritu: El Espíritu Santo, el Paráclito enviado por Jesús desde el seno del Padre, en Pentecostés y en nuestros días.

Pbro. Roberto Sánchez Del Real

13 de febrero de 2010

JESÚS ESTÁ VIVO

Bueno decir que JESÚS ESTÁ VIVO para muchos será sorprendente. Para otros esta expresión es novedosa, para algunos pocos una verdad irrebatible. Nosotros los cristianos (y aquí entramos católicos y evangélicos, ortodoxos, luteranos, etc) aceptamos este hecho, como dogma de fe, pues creemos en la resurrección del Señor... San Pablo dice que si Cristo no resucitó vana es nuestra fe.



Y precisamente porque está vivo (Jesús) sigue sanando a los enfermos, como nos decía el siempre impactante P. Emiliano Tardif. Decir que Jesús sigue sanando a los enfermos puede parecer una expresión temeraria, pues habrá quién pregunte ¿Cómo los sana? ¿Dónde los sana?. Que gracioso, aceptamos que lo hizo todo y que es TODOPODEROSO pero muchos no creen que se ocupe también de sanar a los enfermos. Si para Él valemos la sangre preciosa de su Hijo Jesús, pues bien se toma la "molestia" de ocuparse de nosotros.



Todos hemos oído hablar de las "Misas de Sanación". De por sí, por su naturaleza, TODAS LAS MISAS SON DE SANACIÓN. En todas actúa El Señor. Pero nos entendemos... otros las llaman "Misas Carismáticas". Para algunos esas "Misas Carismáticas" son aquellas en las que se aplaude y se canta mucho. A pesar de que todos los Papas --incluídos Juan Pablo II y Benedicto XVI-- han aceptado a la corriente de espiritualidad llamada "Renovación Carismática" ésta sigue siendo perseguida (aunque poquito y por debajito del agua en ocasiones) y ridiculizada por alguno que otro obispo y muchos sacerdotes y laicos. Por desgracia siempre que algún obispo no la aceptó, cientos de hermanos terminaron fundando sectas pentecostales (hace algunos 30 años por allá por Sinaloa, por ejemplo)

 


A las que unos llaman "Misas de Sanación" mejor les llamaremos "Misas de Enfermos". Estas Misas se caracterizan por varias cosas: Se usa el formulario de la Misa para pedir por los enfermos, se expone, al final, el Santísimo y se unge (con el Óleo de los Enfermos) a los que piden ser ungidos porque consideran estar enfermos corporal o espiritualmente. Se predica generalmente sobre la Resurrección del Señor, sobre lo malo de acudir a la brujería y hechicería, sobre la presencia de Cristo en la Eucaristía y sobre el poder de Dios que se manifiesta a través del Sacramento de la Unción de los enfermos.


Los enemigos de estas Misas (católicos, eh¡) dicen que éstas fomentan el sentimentalismo entre los fieles y que no ayudan a que maduren en su fe. Resulta según esa mentalidad "cuadrada" que querer sentir a Dios se convierte en "pecado". Les habla uno de los carismas (ver I Cor 12-13) y dicen que eso era en el pasado, ¿Entonces la Iglesia ya no sirve?.

Incluso descalifican el que las personas busquen la salud por medio de la oración y los Sacramentos. Yo les pregunto, ¿Los Sacramentos no sirven para nada, sólo para "recordar" a Dios pero sin efectos en nuestra vida?. Seguramente que esa puede ser la respuesta "correcta" para muchos católicos super ortodoxos. ¿Tiene algo de malo esperar de Dios salud y bienestar? No, por supuesto.


Es claro que para propiciar que nuestros católicos conozcan a Cristo --en el sentido existencial y personal de una experiencia religiosa profunda-- necesitamos primero evangelizarlos en base al kerygma, que no debiera ser --por cierto-- de uso exclusivo de la Renovación, sino patrimonio bi-milenario de la Iglesia.

Un día un Doctor en Teología Dogmática de la Universidad Gregoriana (genuflexión, por favor ¡¡¡) me dijo que los Sacramentos "no son algo sino signo de ese algo". Y le pregunté: "Entonces Jesús ¿No está presente en el Sacramento de la Eucaristía?" No me contestó nada... seguramente su "respuesta correcta" era esa y no quiso expresarla, no fuera que yo perdiera la fe (a la mejor no quería que estuviera como él, sin fe real, y se lo agradezco)

También entre nuestro pueblo, muchas veces, la idea que hay es que el Sacramento de la Unción es para los moribundos, es decir, con vistas a morirse no a sanar. Falso. Si leemos Sant 5,14-15 nos damos cuenta de que el sentido del Sacramento es PEDIR LA SALUD Y ALIVIO del enfermo.

Esas Misas de enfermos y todo lo que El Señor por medio de la Eucaristía, la oración eclesial y la Unción hace en las personas, todo ello es para mi, no un signo, sino UNA PRUEBA DE QUE JESÚS ESTÁ VIVO. No nos cansemos de decirlo y sentirlo: ¡JESÚS ESTÁ VIVO¡

11 de febrero de 2010

VIVIR SIN VIVIR

VIVIR RÁPIDO



La cultura actual –que privilegia el consumismo, el egoísmo y la indiferencia ante las necesidades de los demás-- nos ha hecho creer que “no tenemos tiempo para Dios”. No nos dice esta cultura que Dios no existe, pero si nos dice que es “el ausente” de la vida humana y de la Historia de los pueblos.

Nos va haciendo creer –esta cultura de la que somos parte-- que Dios está “reservado” para contados momentos personales de intimidad, que “Él no se mete pero nos observa cuidadoso” y nuestra vida transcurre sin Él. Como si sólo nos echara porras, pero no interviniera en favor nuestro. Dios pareciera ser acallado por el atractivo y multicolor estruendo de los televisores y sepultado por toneladas y toneladas de periódicos, revistas y panfletos.

Poco a poco lo hemos ido creyendo. Incluso hombres y mujeres de Iglesia. Por eso, al deslizar –la cultura presente-- entre nosotros la “sensación” de que rezar no es eficaz, poco a poco nos vamos alejando de la oración, aunque no de la Fe. Una Fe que se va convirtiendo en una convicción, pero no en vida.

Consecuencia: Soledad. Creo estar solo ante los demás sin ayuda posible. Y al dejarme apresar por el vértigo de la vida y llenarme de información que me abruma (noticias, espectáculos, entretenimientos, etc) me voy sintiendo cada vez más aislado y vulnerable. Y entonces tomamos decisiones sin sosiego, sin objetividad, sin rumbo... y complicamos nuestras vidas al margen de Dios. Y --sin quererlo-- le impido que actúe en mi favor y para mi bien.

A Dios es más fácil escucharlo en el silencio y en la plegaria, que en el ruido de la rutina citadina. Reservale unos minutos diarios. Y tu vida tendrá rumbo. Empecemos, se puede. Lo necesitamos.