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30 de diciembre de 2011

LA IGLESIA CATOLICA RECONOCIDA COMO LA IGLESIA DE CRISTO

POR PRIMERA VEZ, TODA UNA PARROQUIA ANGLICANA SE HACE CATÓLICA, EN CANADÁ, PÁRROCOS INCLUIDOS.


A lo largo de 2011, más de 800 laicos anglicanos y más de 60 clérigos de esta confesión se han hecho católicos en Inglaterra, Gales y Escocia, aprovechando la “Anglicanorum Coetibus”, una oferta del Papa publicada en noviembre de 2009 para aceptar grupos de anglicanos que se unan en plena comunión con la Sede de Pedro manteniendo elementos de su liturgia y herencia cultural.




Sin embargo, en todos los casos, esos ex-anglicanos han tenido que dejar los edificios en los que rendían culto, y a menudo ha habido parroquias anglicanas que veían como la mitad o un tercio de sus parroquianos se iban en bloque al catolicismo.


Este domingo pasado se dio un caso distinto, aunque no en Inglaterra sino en Calgary, Canadá: toda una parroquia anglicana, incluyendo sus dos párrocos, se hizo católica, manteniendo incluso el templo (por el que pagarán alquiler 5 años a la diócesis anglicana de Calgary, con opción a compra). (Hay que tener en cuenta que las parroquias anglicanas suelen ser pequeñas para lo acostumbrado por los católicos, especialmente los de España o Hispanoamérica).


No esperaron al ordinariato
En Canadá todavía no existe un ordinariato anglo-católico creado según las instrucciones de “Anglicanorum Coetibus” para acoger a un grupo como este: es un país enorme, con grupos muy separados por las distancias y los orígenes, y el responsable de pilotar el proceso, el arzobispo de Toronto, Thomas Collins, aún está recogiendo datos.



Pero los parroquianos de Saint John the Evangelist, de Inglewood, Calgary, no estaban dispuestos a esperar más. En noviembre de 2010 ya votaron en bloque a favor de unirse al ordinariato anglocatólico cuando se crease, pero al alargarse el proceso, y con el Catecismo de la Iglesia Católica ya bien estudiado, tomaron otra decisión: convertirse ya en una parroquia católica de “uso anglicano del rito latino” (con web aquí), una fórmula que desde hace 30 años se viene empleando en un grupo de parroquias católicas de EEUU que antaño fueron anglicanas y mantienen aspectos de la liturgia anglicana. Tanto el arzobispo Collins como el obispo católico local, Frederick Henry, dieron su aprobación.


Así, el pasado domingo 18 de diciembre 50 parroquianos, incluyendo los que fueron sus pastores durante muchos años, los reverendos Lee Kenyon y John Wright, en una ceremonia solemne en la catedral de Calgary, fueron recibidos en bloque en la Iglesia Católica.


Además, el 15 de enero serán recibidos otros 21 parroquianos, de los cuales 10 habían sido bautizados y confirmados como católicos y ese día se reconciliarán plenamente con la Iglesia.


De clérigos anglicanos a sacerdotes católicos
El arzobispo Collins y el obispo Henry han puesto a un sacerdote católico, Michael Storey, como capellán de esta comunidad, hasta que se cree el Ordinariato con sus propios sacerdotes. Lee Kenyon y John Wright, que desde el domingo son simples laicos católicos, esperan ser ordenados sacerdotes católicos para el ordinariato en un día no muy lejano, como ha sucedido con muchos de los clérigos ex-anglicanos del ordinariato inglés.



La primera misa… ¡con música española!
En la Vigilia de Navidad la nueva comunidad católica de “uso anglicano” celebrará su primera misa católica, de las 22.30 a la medianoche, según el “uso anglicano” del rito latino, pero, eso sí, con un cuarteto de voces que cantará la misa “O Quam Gloriosum est Regnum” del compositor renacentista español y nada anglicano Tomás Luis de Vitoria. (Aunque el autor es español, la letra es, como es obvio en la música sacra católica del siglo XVI, en latín).



El obispo anglicano, Derek Hoskin, expresó su pesar por el cierre de la comunidad anglicana, pero se mostró perfectamente cordial y colaborador, y de hecho la nota de prensa explicando los hechos la realizaron conjuntamente el obispo católico con el anglicano, con ejemplar serenidad.

TOMADO DE RELIGIÓN EN LIBERTAD.

24 de diciembre de 2011

NAVIDAD, AMOR DE DIOS QUE LLEGA A LA TERNURA

INTRODUCCIÓN:

Queridos hermanos y hermanas de esta Parroquia Del Señor De La Misericordia. En esta noche tan especial, tan hermosa, tengo mucho que decirles. Mi corazón en verdad salta de gozo ante este gran acontecimiento que estamos hoy celebrando. Por ello, porque lo que quisiera decirles rebasa mi capacidad y el tiempo de nuestra celebración, por eso mejor he escrito esta homilía, no por falta de palabras sino para no caer en el exceso de ellas.



JESÚS VINO A NOSOTROS EN LA HISTORIA:

Jesús no es un ser mitológico, un personaje de historieta o de fábula. No es un desconocido que salió de la nada, tampoco un ser inventado por algún cuentista. Hoy el Evangelio de San Lucas, cap. 2, vv. del 1 al 14, nos sitúa en una forma muy clara en el tiempo, en La Historia Universal, en La Historia de la Humanidad.

Cuando El Señor nace en Belén (pueblo del Rey David que queda a unos pocos kilómetros de Jerusalén) El gobernante del Imperio Romano —y lo escuchamos en El Evangelio— es el César Augusto, que gobernó el vasto imperio del año 27 a.C al 14 d.C. Y Quirino es el gobernador de Siria, de quien depende el reino judío.

El mismo Evangelio nos da la razón por la que José y María no están en Nazareth su pueblo natal: deben ir a empadronarse al pueblo del que proviene la familia de José, el esposo de María y padre adoptivo de Jesús. Es el decreto del gobierno invasor, que necesita cobrar mas impuestos y por ello arma ese censo, para saber lo más exactamente posible a quienes puede cobrarles.

JESÚS NACE EN UN PESEBRE

Las circunstancias y la providencia de Dios quisieron que Jesús naciera en un pesebre. Son tantos los que por el censo se han movido de los lugares en donde viven a los sitios de origen familiar, que las casas y posadas —sobre todo en los pueblos pequeños— están llenas y no hay lugar para una sola alma. Seguramente por la condicion de María han tenido que ir despacio por los caminos y por ello llegan tarde cuando ya todo está ocupado.

Dios (pudiendo hacerlo) no interviene para dar a su Hijo un lugar mejor en dónde nacer; pudiendo obrar un milagro se abstiene… parece que se desentiende de su —por el momento— indefenso Hijo. Pero en realidad lo que Dios pretende es mostrarnos su gran amor, que llega a nosotros en la humildad y la sencillez de un niño pequeño, que nace al margen no digamos de la grandeza sino incluso de lo indispensable. Quiere también demostrarnos que lo que cuenta para Él no es lo que a los ojos humanos se considera grande e importante.

NAVIDAD EQUIVALE A UN AMOR QUE DIGNIFICA

Naciendo en un pesebre, Jesús nos muestra que el Hombre es digno e importante para Dios por el solo hecho de existir. La grandeza no está ni en la nobleza de la cuna ni en la comodidad, ni en la limpieza o lo acogedor del lugar: la grandeza autentica solo la recibimos de Dios, en el momento de nuestra concepción y nacimiento. Así por ser hijos de Dios en el primer momento de nuestra existencia recibimos la dignidad, se nos reconozca o no.

NAVIDAD TIEMPO DE DAR POSADA A DIOS POR MEDIO DE LOS DEMAS.

Que nuestra actitud existencial cambie y se conmueva, en especial para acoger, para aceptar, a nuestros familiares y compañeros de camino en la vida. Navidad es ocasión de abrir la puerta de nuestra existencia y vida a los demás. Así como no se abrió una puerta para dar un rincón, un lugar al Salvador en su nacimiento, que nosotros si facilitemos que los demás renazcan, que recuperen —si la han perdido— su dignidad de personas, de hijos de Dios, rescatados por la vida y sangre preciosas de Cristo. Navidad es prueba de que a Dios le importamos, prueba de que ha hecho y hará todo por estar con nosotros. FELIZ NAVIDAD….

PBRO. ROBERTO SANCHEZ DEL REAL.

22 de diciembre de 2011

UNA FIESTA DE CRISTO SIN CRISTO

LA NAVIDAD: NACIMIENTO DEL SALVADOR


LA FECHA:


Nosotros, los cristianos-católicos, celebramos el 25 de diciembre La Navidad: La Gran Fiesta Del Nacimiento de Jesucristo, nuestro Dios y Salvador. Es imposible establecer el día en que tuvo lugar este gran acontecimiento histórico, pues apenas si se ha podido calcular un año tentativo. Para unos El Señor nació más o menos unos seis años antes de lo que para nosotros es el año cero, es decir, el inicio de nuestra era. Otros opinan que más bien serían sólo tres años de diferencia. Como quiera que sea, el Nacimiento del Señor fue hace aproximadamente dos mil dieciséis o dos mil catorce años atrás.


Y se fijó —hace aproximadamente mil setecientos años— como fecha LITÚRGICA de esta celebración (que no histórica) precisamente el día 25 de Diciembre. La Iglesia del siglo IV escogió ese día por coincidir con el solsticio de invierno, en que los romanos paganos celebraban al sol, como deidad suprema, con el fin de proclamar que, PARA NOSOTROS LOS CRISTIANOS, JESÚS ES EL ÚNICO SOL VENCEDOR QUE ILUMINA NUESTRAS VIDAS Y RINDE A LAS TINIEBLAS. Así, desde hace más de diecisiete siglos, celebramos La Navidad. Algunas Iglesias cristianas históricas (no sólo la Católica) también celebran la Navidad en la misma fecha. Las Iglesias Ortodoxas Orientales y algunas Iglesias Nacionales (Coptos y Maronitas, por ejemplo) conmemoran el Natalicio del Señor el día 6 de Enero. Muchas sectas neo-cristianas (la mayoría de raíz gringa y con “sucursales sobre todo en América-Latina”) no la celebran, mas por ciego y rabioso anticatolicismo, que por convicción sólida con fundamentos bíblicos o históricos serios.


LA DINÁMICA LITÚRGICA DE LA CELEBRACIÓN DE LA NAVIDAD


No celebramos sólo para recordar en afán de preservar un recuerdo histórico. Celebramos para CONMEMORAR. En otras palabras, recordamos el pasado, para actualizar el suceso en el presente, para que nos sirva de senda al futuro: en este 2011 recordamos aquello que sucedió hace más de dos mil años, pero para prepararnos al futuro. Lo único que falta (cronológicamente) al misterio de Cristo es LA PARUSÍA, su segunda venida EN GLORIA Y MAJESTAD. No nos quedamos en el recuerdo pretérito, ni nos contentamos con “revivir” en el presente lo ya sucedido sino que, bebiendo de la fuente de la memoria, en el hoy, nos preparamos a lo que falta y llega inexorablemente a cada segundo en forma continua: el futuro. Nos abrimos a la esperanza de La Parusía: la manifestación definitiva del poder y la gloria de Dios.


UNA FIESTA CRISTIANA QUE SE HA DEGRADADO HASTA SER “OTRA COSA” MENOS CELEBRACIÓN DE CRISTO


La razón principal de esta degradación me parece que consiste en que se ha llegado al punto de celebrar más el efecto que la causa. Me explicaré: Por siglos se ha reflexionado acerca de los “frutos” de La Navidad en la existencia humana. Y se ha dicho —hasta teológicamente— que ésta trae al género humano salvación, alegría, concordia, paz, felicidad, fraternidad, etc. Y, como estamos siendo arrollados POR LA AGENDA SECULARISTA, se ha hiper-valorado lo meramente humano de la celebración, en detrimento de lo celebrado: “la alegría y la felicidad”. Y estos dos efectos se han equiparado —en forma premeditada y ventajosa— con satisfacción por el tener y el sentimiento de realización humana que producen el afecto y amor humanos.


Por lo anterior, la celebración ha sustituido a Jesús el celebrado, convirtiendo a La Navidad en una festividad desacralizada, mundana y meramente humana, con fuertes pero insuficientes implicaciones sociológicas y altruistas. Y así, son más importantes los regalos que el motivo de éstos. También en forma sagaz se ha querido sustituir una celebración EMINENTEMENTE RELIGIOSA, por un festejo familiar, que hace su centro cursi, chantajista y sentimentaloide a los niños: se usa a los niños para desplazar a Cristo… Se nos vende La Navidad como una fecha PARA HACER FELICES A LOS NIÑOS, y hemos caído en la trampa. Ha funcionado.


RESCATAR LA NAVIDAD


Ese es el reto. ¿Cómo? Bueno, al vivir la presente Navidad, hemos de recordar QUE CELEBRAMOS A CRISTO, que es una fiesta religiosa, que nos ha de llevar a la conversión, que ha de hacernos emprender con generosidad el camino de la Caridad Cristiana. Que apreciemos y agradezcamos el amor de Dios que se manifiesta en Jesús recién nacido. Ahhh! y es muy importante que asumamos como “incontrovertible” el criterio cristiano de ALEGRARNOS MÁS EN DAR QUE EN RECIBIR. En este tiempo los regalos —bajo estos criterios cristianos auténticos— habrían de ser más para los desconocidos que para los conocidos, más para los pobres que para los familiares. Cada regalo debería ser más obra de Caridad que obsequio banal o innecesario: Mas cobijas y menos nintendos, mas medicinas y menos perfumes, mas zapatos al descalzo y menos celulares o gadgets. QUE JESÚS ESTÉ EN NUESTRA LISTA DE OBSEQUIOS, AL MENOS. ¿Qué le puedo regalar a Jesús? Le puedes regalar un pollo rostizado vía una familia que padece necesidad, le puedes regalar una cobija vía el sin techo, le puedes regalar respeto vía el cónyuge o el hijo/a… ¿Qué le regalarás A JESÚS?.


PBRO. ROBERTO SÁNCHEZ DEL REAL.

3 de diciembre de 2011

¡QUÉ GRAN HONOR¡

SER PÁRROCO


Puede parecer que la principal ocupación de un párroco es administrar una “sucursal” del ente llamado Iglesia: entrevistas con las personas, firmas, sellos, papeles, fechas, contar morralla, organizar rifas y ventas de tamales, ajustar presupuestos, números… Y se puede considerar que, a la par de esta tarea administrativa, su siguiente y no menos protagónica encomienda —por importancia— sea la de “celebrador” de sacramentos y ceremonias. Yo no lo creo así… No lo he vivido así; aunque he visto a muchos así hacerlo, de esa manera u otras similares.


Estoy convencido de que ser “padre” —porque lo he vivido— es el papel principal de un párroco. Si, ya sabemos que esa es la palabra con la que los fieles nos designan a los sacerdotes. Les confieso que me parecía una palabra “excesiva” al principio de mi ministerio sacerdotal. Una palabra mal aplicada, pensaba. Pero el tiempo me ha hecho experimentar por qué nuestra gente nos llama así. Muchas veces enjugar lágrimas es tan “paterno” o más que cambiar pañales o dar cucharaditas de Gerber.


Para mi ser párroco ha significado acompañar a mi gente en sus luchas, angustias, triunfos, sueños, dolores, alegrías, derrotas, esperanzas, esclavitudes, liberaciones, frustraciones y gozos. Sí, me ha tocado “tener que ser” duro, tierno, considerado, moderado, radical, sincero, condescendiente, humano, feminista, ecologista, demócrata, sindicalista, gobiernista, opositor, mariano, populista, pedagogo, psicólogo, biblista, canonista, intolerante, comprensivo, apologeta; he tenido que hacerla de limosnero, de gestor, de amigo, de tío, de papá sustituto, de hermano mayor, de maestro, de consejero… De profeta del desastre, de anunciador de grandes cosas, de defensor del que no está y del que no se puede defender.


Me ha tocado la dicha de compartir todas las etapas de la vida con mi gente. Pero también me he tenido que indignar cuando los niños vagan por las calles y las madres ven televisión, cuando los jóvenes se golpean como animales, cuando los papás se gastan el salario en cervezas y cigarros, cuando son robados en las casas de empeño por ignorantes y despilfarrados, cuando mi gente se roba una a otra allanando la casa del vecino o por medio de la báscula “mal calibrada”, cuando hay violencia en los edificios, cuando los adolescentes no estudian y sólo pierden el tiempo engañando a sus padres, cuando los patrones los explotan y también cuando ellos —como trabajadores— no cumplen con su misión y obligación.


He sabido de los sinsabores de las madres de familia usadas por sus hijos y esposos como sirvientas en vez de ser respetadas y amadas; he llorado al ver como los ancianos son tratados con crueldad, cuando son despojados de sus bienes por sus propios hijos; me he enfrentado a la inercia del sentimentalismo en contra de la razón y la objetividad. He compartido la angustia de los trabajadores despedidos por el pecado de llegar a los 40 años; he llorado de rabia por la venalidad de las autoridades laborales cuando se han convertido en cómplices de las grandes empresas y permiten pagar por 20 ó más años de trabajo 10 ó 20 mil pesos… He sentido la indignación del pobre que tiene que acudir al IMSS o la Secretaría de Salud y que es tratado como cosa y no como persona. Me ha tocado llorar con jóvenes humillados por sus compañeros de escuela en esta selva llamada ciudad. Me he llenado de indignación al ver a los jóvenes siendo golpeados por quienes deberían poner el orden. Me he sentido defraudado cuando los adolescentes se comportan como jauría y dañan las cosas y bienes de otros igual de pobres y necesitados que ellos. Me he desesperado cuando constato que muchos de los padres y madres de familia no fomentan los valores cristianos y humanos sino la pereza y el egoísmo.


He gozado con la conversión de muchos que han hecho a Jesús el Centro de su vida. He visto su poder que se expresa a través de los Sacramentos y la Gracia. Me ha tocado preocuparme por recibos de la luz o el agua sin pagar, por niños que necesitan zapatos, por esposos incomprendidos, por esposas víctimas del machismo, por familias destruidas igualmente por el feminismo. Me ha tocado escuchar a niños y adolescentes que no son escuchados por sus padres; me ha tocado dar una palmada de aliento a los jóvenes que han terminado su carrera y no encuentran trabajo o que tienen que salir a otro país o estado para tener un empleo o que han pensado en el suicidio como la solución a la falta de oportunidades. He bendecido a Dios cuando me he encontrado con funcionarios públicos que ven su puesto como una herramienta para ayudar a los pobres y desamparados, pues si los hay….


He sentido el gozo de haber culminado muchas cosas materiales: oficinas, sacristía, torre, fuente, casa parroquial, monumento o salones construidos gracias al trabajo de toda una comunidad. He gozado en nuestras fiestas al Señor De La Misericordia o en la Pascua y Navidad. He visto cómo El Señor ha sido misericordioso con nosotros. He llorado de alegría al saber cómo María ha sido protección para muchos, en especial para los niños. Me he sentido orgulloso de muchos de mis amigos que han ayudado mucho con sus propios recursos para construir, para comprar pupitres, pintar o remodelar, comprar dulces o regalar medicinas.


He visto cómo El Señor ha liberado de la prisión injusta, cómo ha reconciliado familias y restaurado vidas que estaban en la basura. Hasta la he hecho de “celestino” buscando que el amor triunfe. He soportado algunos insultos (hasta eso pocos) y alguna que otra calumnia que ha caído por su propio peso. He sentido y vivido la presencia de Dios.


Ser párroco para mi ha sido lo máximo. ¡Cómo agradezco a Dios y a Don Ramón Godínez me haya nombrado párroco¡ He sido feliz. ¿Quién necesita “puestos” o nombramientos para ser feliz? Yo no. Gracias Señor porque me has hecho padre, porque me has hecho Párroco. Gracias por mi gente… Tu gente.


PBRO. ROBERTO SÁNCHEZ DEL REAL.