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9 de mayo de 2012

INSENSIBILIDAD SOCIAL

HAY ESPERANZA AUN ENMEDIO DE NUESTRAS URBES

Ando en mi ciudad natal, Guadalajara, y sin quererlo, en forma frenética comparo esta Ciudad del 2012 con aquella que me tocó disfrutar en los 70’s. Alguno de Ustedes, de mis queridos lectores, pensará: Y, ¿Para qué pierde el tiempo el Padrecito?. Ya lo descubrirá más adelante.

Veo, por doquier, egoísmo: taxistas que no respetan señales de tránsito ni semáforos –mucho menos tarifas–, camioneros que se creen los dueños de las calles y de los oídos de sus pobres pasajeros (con ‘música’ estúpida y asquerosa a todo volumen), automovilistas que ‘agreden a los peatones’ echándoles los autos encima, peatones que no respetan los tiempos y lugares para cruzar y que retan a los automovilistas con su actitud de pasar muy pero muy despacio, como diciendo ‘aplástame para que te cueste’. También se ven miles (no unos pocos, dije miles) de automóviles estacionados en lugar prohibido, bloqueando banquetas y cocheras, afectando a terceros; dueños de tiendas que llenan las aceras de trapeadores, refrigeradores y cajas obstruyendo el paso de los ciudadanos, que tienen que bajar al arroyo de la calle, arriesgándose a un accidente.

Más egoísmo: boleteras de Omnibus de México que se hacen tontas para robarte uno ó cinco pesos cuando compras tus pasajes (¿cuantos miles de pesos no les han robado a los más necesitados que no se fijan?); gente que arroja –en forma disimulada– el papelito del chicle o la bolsita de papitas; limpiadores de parabrisas que ensucian más los vidrios y que ‘exigen’ su moneda; adolescentes que casi atropellan a la gente en sus patinetas; mucho limosnero ‘buenisano’ que engaña y pide en lugar de trabajar; puestos de periódicos y revistas que obstruyen el paso del peatón; taqueros que sirven con las manos puercas; mujeres que exigen ser respetadas pero que no respetan con su lenguaje y actitudes; tenderos que roban de ‘a poquito’; estudiantes mediocres de pinta que defraudan a sus padres; fumadores que esparcen su veneno volátil sin importar las leyes y derechos de los otros; maestros que no enseñan pero que quieren cobrar más, y trabajar menos; policías que se ‘pasean’ a todo lo que dan en sus flamantes patrullas, quemando llanta, pero que no vigilan; partidos y candidatos que no pretenden servir sino que quieren engañarnos, al presentar caras bonitas y cerebros huecos; vendedores de artículos basura que quieren chamaquear y no orientar a los clientes, etc.

Y esto de lo que hablo se ve aquí, en Guadalajara, pero también en Aguascalientes o cualquier otra ciudad y pueblo, aunque a escala diferente. Y la pregunta que la mayoría nos hacemos ¿Cuándo se descompuso esto?. Y le preguntas a la gente y te dice que es culpa del PRI, del PAN, del PRD, de los gringos, de las drogas, de la Iglesia, de la Escuela, del Gobierno, de los políticos (un político ‘díxit’ en el debate) etc, etc. Nadie dirá algo así como ‘yo también tengo culpa’. Y, como nadie tenemos la culpa sino sólo ‘los otros’, pues resulta que cada uno no hacemos lo que debemos… Pero exigimos ‘que hagan’. Y esto se descompone cada vez más. Estamos fomentando nuestra propia tragedia; es como cuando compras un pasquín policiaco que esparce chismes y fotos grotescas de personas que se suicidan: lo dejas de comprar hasta que ‘te afecta’ porque sacaron –ésta si fuera de contexto– la tragedia de un familiar o amigo. Pero ya lo mantuviste y fomentaste por años.

Insistiré en lo mismo: esto se echó a perder en la familia. Si, en la familia que –por lo que sea– no educó en los valores y en el amor a Dios (o ya de perdida en el respeto al otro). Y, o se arregla ahí, o nunca se arreglará. Contribuimos a esta tragedia también los maestros que ‘escolarizan pero no educan’, los sacerdotes que no atendemos a la gente o que sólo nos preocupamos por la Liturgia pero no por la Evangelización y la Catequesis. Y por desgracia, mucho tienen que ver los padres y madres de familia que han enseñado con su propia vida a mentir, robar, abusar, ignorar, usar a los demás, despreciar a Dios, pensar sólo en la ganancia o el propio bienestar.

Pero mucho tienen que ver también los padres y madres de familia –que no siendo malos sino aún buenos– no han enseñado a sus hijos a perseverar, que no han enseñado a sacrificarse, que les han dado todo lo que éstos han querido. También mucho tienen que ver los que han pensado que su deber era evitar todo esfuerzo y sacrificio de sus queridos hijos e hijas “PORQUE ELLOS SUFRIERON MUCHO CUANDO ERAN NIÑOS”.

Una escena en plena Avenida 16 de septiembre y Morelos –a las 7 de la tarde en hora pico– me dio esperanza: un taxista que se detiene, pone sus intermitentes, se baja, abre la cajuela, abre la portezuela y ayuda a subir a una anciana paralítica en silla de ruedas, gorda, medio-ciega y pobre que había levantado su bastón para pedir sus servicios; un ‘skato’ que se acerca dobla la silla de ruedas y la pone en la cajuela del taxi; un caballero sesentón que recoge el bastón de la anciana y lo coloca adentro de la cabina; un agente de tránsito que ayuda con el tráfico; un camionero que no pita a todo lo que da el claxón sino que opta por el silencio comprensivo; la anciana que agradece y reparte bendiciones a sus bienhechores…

Esa escena me hizo pensar que El Reino de Los Cielos se puede hacer presente en plena selva citadina, e incluso en la persona de uno de los personajes urbanos más aborrecidos de nuestras ciudades como es un taxista. Tal vez ese taxista tuvo una madre o una abuela que le enseñaron el camino de la Caridad y el Servicio. O, a la mejor, fue monaguillo y recibió un buen testimonio de un sacerdote. Si fue al catecismo muy probablemente su catequista le enseñó bien y con ingenio acerca del Amor de Dios y se le quedó ‘pegado’ ese concepto. Podría ser que este taxista un día recibió un gran favor de alguien y entonces está agradecido. ¿Y si le debe una manda a la Virgen de Zapopan, que es ‘la que rifa’ en la zona metropolitana de Guadalajara?. A la mejor tuvo un maestro o maestra que le hablaron de valores en la escuela. ¿Y si tuvo un hermano mayor que le habló de ayudar a los pobres?.

Sigo caminando después de haber tenido la dicha de presenciar esta escena inaudita y pienso: ante esto, seguramente Jesús hubiera dicho en el cerro Del Colli: “El Reino de Los Cielos es semejante a un taxista que en pleno centro y en hora pico del tráfico se detiene y sube a una anciana paralítica, sin pensar en la ganancia sino sólo en ayudar, y en amarme a mí a través de ella. El que tenga oídos para oír que oiga.”

PBRO. ROBERTO SANCHEZ DEL REAL.

1 comentario:

  1. Excelente su publicación Padre; que bueno seria que de verdad todos pudieramos ver el amor de Dios en los demás y a la vez ser instrumentos del mismo amor hacia con los otros; sin dudarlo, esto, haria de este mundo un lugar mejor.
    Le comento, me agrado bastante esta publicación Padre; además aprovecho para felicitarlo por su aniversario de ordenación, muchas felicidades!!

    Cynthia Molina
    PJyA
    Parroquia Sr de la Misericordia

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