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18 de abril de 2010

RELATOS ANGELINOS

 RELATOS ANGELINOS

 LOS ANGELES, CA. UNA CIUDAD INOLVIDABLE, IMPLACABLE Y DURA




 INTRODUCCIÓN

Tengo, en verdad, y no sólo por usar una frase “literaria”, años y años queriendo escribir esto, para conservarlo en mi memoria, sobre todo. Mucho de lo que viví de 1987 a 1988 en aquella ciudad me marcó. Me abrió al mundo, me hizo ver que la realidad es mucho más compleja –pero también más bella-- de lo que parece.

Este relato a nadie le importa. Pero me importa a mi, porque es parte de mi vida y sobre todo de mi identidad como persona, como hombre y como cristiano. Tal vez nadie leerá esto... pero yo lo leeré muchas veces. Por ello, escribo esto “sin cuidar” palabras o expresiones... no está ésto hecho para que otros lo califiquen o para que les guste. Eso me da libertad. Y así me gusta escribir... Pero, si alguna vez le interesa a alguien, pues, caray, ¡qué bueno¡

Hoy 18 de abril de 2010 estoy de vacaciones en Puerto Vallarta, viendo un paisaje en verdad bello, desde el apartamento de la familia Rodríguez Muñoz, mis amigos desde hace 12 años. Y no tengo algo qué hacer... por ello escribo, porque me gusta... escribir un poco de “memorias” es rescatar algo valioso para que las neuronas no lo almacenen en el sótano de los recuerdos que luego del tiempo no importan. Si, voy a subirlo a mi blog, pero sé muy bien que casi a nadie le importará... pero a mi me importa y eso basta.

De modo que, si tengo algún lector, pues que le sirva... y si no le sirve, pues no hay nada que yo pueda hacer. Dios gracias por todas las bendiciones que me diste, en específico en ese tiempo 1987-1988. Gracias Dios.


I
LLEGO A LOS ÁNGELES


LLEGANDO A LA GRAN CIUDAD

Me sentí llamado a la vida religiosa. Mi familia vive a unas pocas cuadras de la Basílica de Zapopan. Por varios años, desde 1982, estuve en la Provincia franciscana de Jalisco, en San Agustín, Jal., y Guadalupe, Zac., en el postulantado y noviciado. La época de San Agustín para mi fue luminosa, aunque no dejan de resaltar algunas sombras. Pero la luz prevalece. San Agustín me abre los ojos: Aún en esos lugares se vive la envidia y la rivalidad... emociones y sentimientos a los que me declaro totalmente alérgico. Salgo del Noviciado por no sentirme seguro del llamado a la vida Franciscana y decido probar suerte en la Provincia de Santa Bárbara. Lo más seguro es que lo que me lleva a esto es el querer trabajar con los mexicanos que por allá hacen su vida con muchos sacrificios. Me atrae también el que el Ministro General de la Orden el P. Fray John Vaungh, OFM es de aquella lejana Provincia. Me interesa también el pasado hispánico de California. Se oye tanto de Los Ángeles... que es la ciudad con más mexicanos después de chilangolandia, etc.

Temo decir que conocí la parte “fea” de Estados Unidos, algo que llamaré “el ghetto dinámico”. ¿Por qué ghetto dinámico? Bueno, ghetto porque cada quien tiene “su” Estados Unidos, con sus ventajas y desventajas. Aunque hay cambios sociológicos importantes, hay cosas que parecen nunca cambiar: Todo mundo tiene “etiquetas” y todo mundo se sabe etiquetado... todo mundo es “etiquetador de los demás”. Son tantas las diferencias que sería casi imposible así vivir, sin fijarse en lo que el otro es ó no es. ¿Juntos pero nunca revueltos?

No encajé... la realidad me rebasó... y sin embargo parece que me gusta esta ciudad. Estados Unidos de vacaciones está bien... para vivir no me gusta, pero sin embargo quiero ir cada vez que se pueda. No en definitiva. Ahora a 23 años entiendo por qué no encajé allá. Antes de ser enviado a California, vivo 6 meses en Guaymas, Son., en la “Casa Franciscana”, como una especie de aspirantado temporal. Ahí convivo con un excelente sacerdote que amó a Sonora más que los sonorenses mismos: El padre Fray Martín Gates, OFM. Muchos le deben todo a este excelente sacerdote que murió hará unos 10 años en aquellas tierras. Sí, muchos le deben desde la vida (por él sobrevivieron) hasta educación y sentido de la vida. Por él muchos conocieron a Dios... muchos recordaron que eran humanos. Martín Gates por mucho tiempo fue lo único amable que Guaymas tuvo.

En 1987 en el mes de Agosto, apróximadamente, llegué a la ciudad de Los Angeles, California. Mi propósito era estudiar Inglés y presentar el TOEFL, para luego ir a estudiar la Filosofía al Seminario de Camarillo, CA. Y después al noviciado. Por ello, como muchos otros en el pasado, fuí inscrito en “Cambria English Institute” junto con Freddy, Tobías, Miguel, Reynaldo y José, todos nosotros aspirantes Franciscanos. Los dos primeros de Costa Rica y nosotros los demás mexicanos. Reynaldo de Guaymas y los hermanos Miguel y José y yo de Guadalajara. Freddy una persona muy brillante en lo intelectual.

De alguna manera Guaymas nos ayudó a sentirnos grupo, hermanos y a ratos hasta amigos. Cada uno de nosotros veía las cualidades del otro. Compartíamos, además un sueño: Ser franciscanos. Y para ello, primero teníamos que hablar inglés. Se llegó el tiempo de ir a Hermosillo por la Visa de estudiantes... que nervios. Pero la logramos. Al consulado nos acompañó el P. Fray John Peterson, quien muchos años fue misionero en las Filipinas. Un hombre en verdad bueno y gentil. Su español en ocasiones era motivo de risa, como esa vez que en la capilla de Fátima, dijo en el microfono: “Ustedes que estar afuera, venir para acá. Aquí adentro tener “vacas” para´toros” (Lo que el Padre quiso decir: Los que están afuera, por favor entren, pues acá adentro tenemos bancas para todos) Y en Hermosillo pedimos machaca. Y frente a la mesera dice: “Oh a mi no gustarme esta chamaca” (Lo que quiso decir: “Oh a mi no me gustó la machaca”) En fin un hombre sencillo y querido también por la gente de Guaymas.

Al fin, después de un poco más de 7 meses, se llegó el día esperado: La ida a Los Ángeles, vía Hermosillo, en avión. El P. Alberic fue por nosotros al aeropuerto. Empezaba una nueva etapa en nuestra vida. Tenía muchos interrogantes... y también curiosidades. Por lo pronto el reto más grande frente a nosotros era domesticar ese monstruo que parecía invencible: El inglés, del que poco conocíamos... sólo sabíamos frases pequeñas e inútiles que de poco sirven en el mundo real, tales como “The cat is under the table” “The car is red”... Como puedes ver, no sirven mucho esas frases estúpidas y tontas. En prepa no aprendía uno nada de Inglés, sólo que era difícil y que lo hablaban los gringos.


CAMBRIA ENGLISH INSTITUTE

“Cambria English Institute” era una escuela privada, que recibía estudiantes del extranjero y estaba en la Nineth St., a unas dos cuadras de lo que ahora es la oficina del periódico “The Tidings” órgano oficial de la Arquidiócesis de Los Ángeles. Ocupaba el segundo piso de un edificio ya un poco viejo, pero en buenas condiciones. Al principio del curso nos hacen un exámen para ubicarnos en el nivel adecuado. No me fue muy bien: Segundo nivel... sólo me sabía el abecedario, los colores y algunos números. Segundo nivel.

En Cambria había muchos estudiantes religiosos, tanto varones como mujeres. Pero la mayoría no eran religiosos. Recuerdo a varios estudiantes: Poncho e Higinio (Agustinos, mexicanos también), Roberto (Escolapio de Guatemala), la Hna Dolores (religiosa de no recuerdo qué congregación Colombiana) También recuerdo con mucho afecto a una muchacha Peruana muy agradable: Margarita. Recuerdo tambien a Paulo de Sao Paulo, Brasil... por cierto le quedé a deber $ 50 USD... que pena. Espero que no crea que los mexicanos somos drogueros (que debemos y no pagamos)

También recuerdo a varios maestros: El director Mr. De La Peña, de ascendencia mexicana, junto con Mr. Gumer Zúniga, texano él. También Randy, Stan, Bárbara, Jenny y otros. Unos de California, otros de Texas y alguno de Wisconsin. Por cierto que la pronunciación del maestro de Wisconsin era la mejor, la más clara y fácil para nosotros. Alguno de los maestros había sido de la onda hippie y hasta vivía –por gusto-- en una traila, que lo dejaba todos los días en la puerta de la escuela. Jenny era muy agradable. Finalmente parece ser que se fue a Japón a dar clases de Inglés... se llevaba muy bien en especial con los estudiantes nipones, pues hablaba un poco de su idioma. Aunque con nosotros los hispanos también era accesible y amigable. Era en verdad hábil para hacerse entender por medio de mímica, que ayudaba de mucho, ante nuestro poco dominio de los rudimentos del Inglés. Sus habilidades también eran invaluables a la hora de enseñarnos cómo pronunciar y cómo mover incluso los músculos faciales para producir los sonidos que se requerían: Jenny, tal vez la mejor maestra de Cambria.

Y las nacionalidades que concurren en Cambria eran de lo más variado: Coreanos, Chinos del continente y de Honk Kong, Indonesios, Japoneses, Argentinos, Salvadoreños, Brasileños, Bolivianos, Peruanos, Nicaraguenses, Guatemaltecos, Costarricenses, Españoles, Italianos, Paraguayos, Thailandeses, Vietnamitas, Mexicanos, Alemanes, Ecuatorianos, Marroquíes y de otras muchas nacionalidades más.

Aquello era un mosaico en verdad rico y emocionante. ¡Que diferentes eramos todos y que agradable la convivencia¡ Tal vez porque sólo los maestros eran gringos. Había un ambiente de respeto y sana curiosidad. Me quedé con la impresión de que cada uno de nosotros, al fin, nos dabamos cuenta de la riqueza que representábamos; la diversidad nos hacía valorar lo propio. De vez en cuando se hacían dinámicas en las que cada grupo de estudiantes –por nacionalidad- debíamos dar una explicación de nuestro país y hasta llevar un platillo típico para los del nivel. Era interesante ver a los japoneses y coreanos con sus kimonos. Había un japonés que se sentía Samurai... pero en miniatura.

De entre todos los estudiantes --por supuesto-- los más exóticos para nosotros los latinos eran los que provenían de Japón, China, Corea, Vietnam, Indonesia y Thailandia. Había buena química con los brasileños y peruanos, no así con los argentinos y españoles. Y entre ellos –japoneses, chinos, vietnamitas y coreanos-- sólo se toleraban a la distancia. Después supe que la Historia tenía mucho que ver con esas situaciones. De vez en cuando olvidaban sus orígenes y convivían en armonía entre sí. Pero sólo un poco.

Al principio para uno, como mexicano, todos los orientales eran “chinos”, después se enseña uno a diferenciarlos por sus rasgos, formas de ser, color de la piel, forma de la cara, comida, sonidos del idioma, indumentaria, etc, Yo desde niño tenía curiosidad por todo lo que fuera Oriente y en especial Japón; por ello instintivamente traté de conocerlos a ellos y relacionarme. Y no son sólo rostros exóticos, sino formas de ser, sonidos, olores, presencias radicalmente diferentes. Eran –en general y al principio-- un tanto cuanto herméticos hacia los latinos, aunque poco a poco con la convivencia todo se fue distendiendo. Incluso vi cómo se fueron trabando buenas amistades... sin importar las nacionalidades ni diferencias. Nos ayuda la buena fama de la Cerveza Corona, que a todos les gusta.

La presencia en aquel país de un amigo y ex-compañero de la prepa –Felipe Corona Michel-- me ayuda también un poco a sentirme con algo de más piso en mi aventura de estar por allá. Siempre habíamos sido buenos compañeros y mejores amigos. Otra cara familiar y amigable en aquellos lugares. El también estudiaba Inglés, pero en la “Evans” que era un instituto público super atiborrado de estudiantes que al mismo tiempo trabajaban. El tenía que trabajar y estudiar... yo sólo estudiar.


MI FAMILIA DE ALLÁ

Algo que ayuda a mi “sobrevivencia” es la bendición de tener allá familiares. Si, en Los Ángeles aún hoy en día, viven las familias de tres tías que son hermanas de mi padre: Juanita, Sara y Guillermina. Hago muy buena amistad sobre todo con Andrés y Memo. El primero, hijo de mi tía Sara y el segundo de mi tía Juanita. Por supuesto también con Fabi, Alma, Verónica y Hugo. El apoyo de mis tías es también muy muy importante para mi estabilidad y “sobrevivencia”.

A pesar de que en “Casa San Felipe” me siento muy bien, estar en sus casas es algo muy agradable. Me encantaba el olor  del queso que cada año traían mis tías de Monte Escobedo... aunque a mi primo Andrés le disgustaba mucho ese queso "apestoso", decía. Convivir con mis familiares fue algo importante. Yo no conocía a mis primos. Estar con ellos –aunque esporádicamente-- fue como completar mi corazón, pues eran la familia que no conocía. Excelente regalo de parte de Dios.

Recuerdo cómo Memo –mi primo-- me enseña muchas cosas sobre la vida por allá. Algo que le gusta mucho era ayudar a corregir mi pronunciación del Inglés, que al principio era muy difícil. Andrés me estimula, pues alaba mi esfuerzo y me decía estar orgulloso de mi. Decía que yo hablaba el Inglés mucho mejor que gente que había nacido allá o que tenía años y años de vivir en ese país. Le digo: “Es que los Sánchez somos inteligentes”.

Para mi estar en aquel país y sobre todo estudiar allá, es una vida de shock. Hasta la fecha –en el 2010-- sigo sin gustar de la forma de vivir en ese país. Estar en las casas de mis tías y primos es cómo estar en la “Embajada de Zacatecas”. Si, suena raro, pero es real para mi. Sus casas son lo más agradable que hay en aquellas “raras” tierras. Si, debo admitir que la ironía del tío Paco (esposo de mi tía Juanita) que decía que yo no quería ser padre sino sólo pasearme, es lo único que no armoniza con ese ambiente óptimo para mi. Pero, es algo que no me molesta, sino que me hace volver a la realidad: No todo es miel sobre hojuelas... las dificultades existen. Entiendo su propósito: Que tome las cosas en serio, que le eche muchas ganas a la vida y a lo que se supone estoy haciendo. Agradezco ahora sus cuestionamientos, que me impulsaron a ser mejor.


¿Y LOS TEMBLORES APÁ?

Algo duro y casi traumático para mi fue que, a los pocos días de haber llegado, tal vez a la semana, hay un temblor bastante fuerte: Bienvenido a L.A. me dice mi primo Memo. Ellos están tan acostumbrados a ésto, que simplemente es un temblor más. Incluso mi primo Andrés, cuando mi tía lo despierta porque está temblando, ni siquiera se levanta de la cama, dice que tiene mucho sueño. Ese temblor de la mañana, un poco antes de las 8, nos agarra cuando estamos a dos cuadras de la escuela. Unos cristales caen frente a mi, de una altura de unos cincuenta metros, me cubro con mi portafolio. Dios... ¿A qué mundo vine? ¿Estará todo bien? Me tocaron algunos tres temblores más y algunos incendios. Ufff eso no ayuda mucho a sentirse “bien”, pero es parte del paquete. Nunca me pude acostumbrar a los “hearthquakes”.

Me sorprende la gran cultura que hay acerca de prevenir las consecuencias de los temblores: escaleras, letreros, simulacros, folletos, medidas de precaución, etc. Y todo mundo está esperando “The big one”, todos hablan de ese gran temblor que acabará con L.A., pero igual viven su propia vida, como si eso no importara. Recuerdo un edificio que me gustaba mucho, ese en el que estaba el “First Interstate Bank” (no se si lo escribí bien) en el business district. Me lo imaginaba un día caído y destruído... me entristecía esa posibilidad.


TIERRA DE CONTRASTES CULTURALES Y AISLAMIENTO



Otra novedad para mi: El gran número de vietnamitas que viven allá. Y de entre ellos hay muchos seminaristas y religiosos, tanto entre los franciscanos como en el clero diocesano. Muchos de los que han venido de allá siguen con sus problemas de “refugiados” en ese entonces y aún ahora. Pero muchos se sentían “como peces en el agua”. Sí, venir de la guerra y llegar a un país que lo tiene todo puede ser o una rebanada inacabable de paz o un gran reto por lo diferente en extremo a lo que se vivía. Supongo que es mejor ser libres, aunque sea lejos de la patria. Ellos se encargaron de hacer su “casa” su "little" (pequeño) Saigón, como le llaman ahora.

Las personas de color las había yo visto en el cine o la televisión, nunca “en vivo” y son para mi en verdad una gran novedad. Pensar en ese entonces en un Obama como presidente, pues sería una locura. Me entero de que a los hispanos no nos quieren y que por desgracia los hispanos tampoco los quieren. Parece que eso ha evolucionado un poco con el tiempo. Hasta se habla de ciertas alianzas políticas entre ambos grupos étnicos, lo cuál está muy bien. La gran pluralidad religiosa es también para mi un dato nuevo y que no deja de estresarme sobre todo al principio. Protestantes, Testigos de Jehová, Episcopales, Católicos, Luteranos... Después logro entender tales particularidades como riquezas y retos y no como problemas en sí.

Aún más, hay problemas, rencillas y venganzas entre latinos: mexicanos y salvadoreños son enemigos entre sí... aunque muchas veces se emparentan. Las diferencias sociales se ven a leguas en la ciudad. Las partes mexicanas, salvadoreñas y negras son sucias y con baches; las blancas son lo contrario: Buenos pavimentos, patrullas circulando, jardines, orden. ¿Racismo urbano? Sí. Eso no me gusta. Cada quien vive en su ghetto (¿así se escribe?) y cada quien tiene su iglesia, su escuela, su centro comercial, su rumbo. La soledad y aislamiento se hacen --por el racismo-- cada vez más presentes, cada vez más evidentes, se pueden respirar, se sienten en el ambiente. "Juntos pero NUNCA no revueltos".

Mis primos me explican un poco lo que pasa con ese tipo de cosas y un poco entiendo y me ubico en esa compleja realidad. Algo que ahora me gusta de ellos es que se aceptan como son: Norteamericanos de ascendencia mexicana.No se averguenzan de sus raíces. Incluso Hugo ha hecho de esto uno de los aspectos más importantes de su vida.


PADRE ALBERIC SMITH Y COLEGAS

Es en verdad de justicia mencionar a varios padres que fueron excelentes apoyos para todos nosotros: René Juárez (mexicano), Luis Larréa (peruano), Neal kaminsky (polaco-americano) y sobre todo Alberic Smith, todos ellos franciscanos. Nuestra “Casa San Felipe” no recuerdo si en el # 406, de la Saint Louis St., casi esquina con la Fourth St., es un lugar amable que nos hace a todos los aspirantes (Reynaldo, Freddy, Tobías, José, Miguel y un servidor) “fuertes” para poder sobrevivir en nuestros meses de estudio del Inglés, en aquellas tierras. Recuerdo que la casa queda frente a un Parque que tiene un pequeño lago y que colinda (a lo alto) con el freeway 5. Por el rumbo está un Hospital (casi sobre la misma acera que la casa) y a la vuelta de la misma la iglesia de Saint Mary. A tres cuadras siempre por la mañana tomamos nuestro “bus” que nos deja a unas tres ó cuatro cuadras de nuestra escuela de Inglés, después de atravesar el downtown que era un lugar lleno de basura y “homeless” de todas las razas. Ahora está cambiado.

Son los tiempos de las películas: The Last Emperor, Stand and Deliver y otras que vamos a ver acompañados por el Padre, quien busca todas las oportunidades para ayudarnos en nuestro aprendizaje. Y su frase: “No Spanish, please guys”.

El P. Alberic (de Indiana) es el encargado del programa de Inglés para los hispanos que intentamos ingresar en la Provincia Franciscana de Santa Bárbara. Es, a pesar de sus casi 60 años, más un hermano que un prefecto de disciplina. Es un sacerdote ejemplar. Su hobbie es el Radio de Banda Civil. Tiene un potente radio, en el que se pasa todos los días algunos minutos, comunicándose sólo Dios sabe con cuánta gente de todo Estados Unidos y uno que otro de más allá.

Ahhh, tenemos cocinera, una señora de apróximadamente la edad del P. Alberic Smith, ella es salvadoreña... no recuerdo su nombre. El P. Alberic da el menú y ella cocina... es toda una revoltura: Comidas mexicana, salvadoreña, gringa, costarricense, etc. Probé las famosas “pupusas”. Por cierto, al P. Alberic le echábamos carrilla con la señora. Por supuesto que era sólo relajo sin fundamento alguno. Cocina rico y es muy respetuosa, a pesar de ser protestante. Para mi es raro “comer” a eso de las cinco de la tarde... hasta engordé por primera vez en mi vida. Uno de los puntos importantes es que tenemos prohibido hablar en español. Difícil en verdad, pero nos damos nuestras mañas para darnos nuestros pequeños recreos. Freddy no batalla mucho pues ya había estudiado inglés y es, además, el más inteligente del grupo. ¡Pobres de Tobías y Reynaldo¡ en verdad que le sufrían para aprender, tareas y para simplemente hablar. Yo al principio tuve dificultades, pero como a las dos semanas ya casi me sentía como pez en el agua.

Bueno, el padre Alberic nos lleva a la Parroquia de Saint Joseph, en el downtown, que está a cargo del P. René y de los franciscanos. No hay duda, los mexicanos somos mayoría en esa comunidad parroquial. Es la parroquia “mexicana” por excelencia en esa ciudad. También vamos a “Saint Turibus School” (dudo que el nombre esté bien escrito) y ayudamos a dar catecismo los sábados. Hay estudiantes de ascendencia mexicana y salvadoreña. Hay mucha diferencia entre las instalaciones de una escuelita parroquial como ésta y las grandes instituciones para anglosajones.

Nos tocaba ayudar en la Misa “mexicana” de los domingos, creo que a las nueve de la mañana. Una Misa con mariachi. Yo en México nunca había asistido a una Misa con mariachi, pero bueno. Ya me parecía que algún día se le ofrecería a Dios una pelea de gallos en el ofertorio ó un zapateado. O una piñata. A la mejor cualquier día daríamos la comunión con tacos o tequila. ¿Misa mexicana? No las conocía... hasta que llegué a Los Ángeles. Es como la comida "mexicana" de Taco Bell... aunque seas mexicano nunca la has probado... hasta que llegas allá.


Algo más que le agradezco al padre es que me apoya y no sé cómo le hago, pero logro sacar mi licencia de manejo... claro a los meses... hasta manejé en varias ocasiones. Ahora no sé cómo lo hice pues parece tan complicado últimamente por el gran tráfico que hay en esa ciudad. Esos freeways son majestuosos... y peligrosos. Nada que ver con nuestras ciudades mexicanas en ese entonces.


II
UN GRAN AMIGO

A K I T O   M U R A T A    S A N
UN AMIGO INOLVIDABLE EN UNA CIUDAD INMENSA
Y A VECES HOSTIL

Desde el principio lo dejo asentado, Akito Murata es una persona aún muy importante para mi, a pesar de que desde 1988 no sé nada de él, ni lo he vuelto a ver. Y lo más seguro es que nunca lo volveré a ver, aunque me gustaría verlo de nuevo ¿Cómo será ahora? Él decía que lo más seguro es que sería “bold” es decir calvo, porque su padre lo era. No me lo imagino pelón con sus gafas negras. Por desgracia nos tocó coincidir en Los Ángeles, en una época en la que todavía no hay celulares ni mucho menos correo electrónico. De lo contrario –estoy seguro-- estaríamos en contacto y hasta nos hubiéramos visitado aunque hubiera sido alguna vez. ¿Seguiría estudiando de ingeniero como su padre quería? ¿Se habrá convertido en un católico de verdad? Sólo Dios lo puede saber.

Estoy en verdad agradecido con Dios, por haber puesto a este amigo en mi camino. Estoy cierto de que en el momento adecuado, Dios pone en nuestra senda a las personas que necesitamos para que podamos salir adelante. Fué en verdad una bendición para mi... espero yo también haberlo sido para él. Cuando veo una motocicleta –de marca Japonesa-- lo recuerdo también. Y más adelante expresaré por qué.

No fue tal vez una persona excepcional, fuera de serie, virtuoso, pero para mi Akito Murata fue y seguirá siendo un amigo único. Que Dios lo bendiga en donde quiera que esté. Para mi sería un regalo excepcional alguna vez encontrarlo o verlo. Se lo pido a Dios, pero sé que es prácticamente imposible. Algunas veces he escrito en el buscador su nombre, pero no hay resultados. A la mejor necesito que un japonés me ayude y que ponga ese nombre en sus caracteres de escritura.

La figura del amigo para mi es Akito Murata. Seguramente nos unía la soledad de estar por allá y la curiosidad de convivir con alguien de la misma edad, aunque de diversa cultura e historia... de vida muy diferente... pero casi de igual edad. Akito tiene 21 años, yo tengo 23. No hay muchas diferencias en la etapa: Jóvenes, extranjeros, sin hablar Inglés, en un país en donde se habla tal lengua. Bueno también se habla mucho Español.

El nace y vive en Nagoya. Está orgulloso de su licencia internacional para conducir... le gustan las motocicletas y la velocidad. Puedo inferir que no era un buen estudiante, pues de haberlo sido NO LO HUBIERAN MANDADO a California a estudiar Inglés. En Cambria hay un buen número de japoneses, tal vez unos diez, pero cada quién está en su mundo. Así diez o mil, no hacen mucha diferencia para ellos mismos. Malas calificaciones en Japón para Akito, de lo contrario, primero hubiera estudiado una carrera. Sus bajas notas y aprovechamiento parece ser le dieron malas ideas, por ello, lo mandan para “América” lejos de los amigos y las malas compañías, para ver si se concentra y logra estudiar. Medicina amarga. Sus padre creen fue lo mejor.

Apertura y gratitud son los valores esenciales de esta amistad de la que hablo en estas páginas. Las culturas y las lenguas por lo general apartan a las personas, pero el corazón en su más limpia expresión une. La hora del lunch es aprovechada por todos para conocernos y platicar... si sabes Inglés. Ahora, en 2010, ¿En dónde estará mi amigo Akito Murata, San? ¿Cuántos hijos tendrá?


EN LA MISMA ESCUELA

Las clases empiezan todos los días a las 8.00 a.m. Aquello parece “La ONU” cuando vamos entrando a nuestro Instituto. Se oye hablar en Inglés con múltiples tonos y acentos. Venimos de muchos países, nos une una lengua que queremos dominar. Se forman grupúsculos por nacionalidad. En la medida en que nos vamos adentrando en la lengua y vamos perdiendo el miedo, esos grupúsculos serán más plurales y abiertos. Y el método que llevamos en Cambria es “por niveles” mensuales. Libros por nivel, lecturas en casa y exámenes mensuales. La consigna es sólo hablar Inglés. Bueno, al principio eso es muy muy difícil. Entusiasmo por doquier.

Akito Murata, parece haber llegado un mes después de que empezamos el año escolar. Yo empecé en el nivel 2 y cuando estaba en el 3, él parece haber iniciado en el 2 también. Había también en mi curso una estudiante japonesa llamada Akiko, muy atractiva y simpática. Había entre nosotros buena química. Recuerdo a otros estudiantes japonese: Takaki y Hideo. Takaki era muy frecuentemente objeto de burlas y motivo de diversión para todos por los incidentes en los que participaba, tendría unos 17 años a lo máximo. Había una estudiante thailandesa –cuyo nombre no recuerdo-- que parecía no entender se encontraba en Estados Unidos y no en su país y tenía actitudes antipáticas –debido a su cultura-- que le acarreaban desprecios y ser ignorada. Se escandalizaba porque queríamos saludarla de mano. Un día le dije que se ubicara que no estaba en Thailandia. Si se ubicó, después me lo agradeció. También Paulo, un brasileño de Sao Paulo, era muy bien aceptado por todos nosotros. Eran nuestros compañeros unos argentinos que ni sus nombres recuerdo porque nadie les hablaba y ellos se aislaban. Se creían superiores y no eran aceptados. Y eran pesados y antipáticos en forma innecesaria. Por las mañanas, la mayoría llegábamos dando la impresión de venir todavía dormidos. En cuanto alguien empezaba la charla, el sueño quedaba atrás.

A pesar de no ser de mi grupo y de que los japoneses eran muy reservados o encerrados en su mundo, fue fácil empezar a conversar con Akito... él fue quien primero dijo “hi” con una sonrisa y eso facilitó las cosas. Me da la impresión de que el grupo de japoneses son un poco complicados entre ellos mismos. Los de Tokyo se sienten la mamá de los pollitos y ven a los de Nagoya, Osaka y Saphoro como provincianos. ¿Dónde hemos vivido eso? Dondequiera es lo mismo. ¿Chilangos japoneses? Pues parece que sí, y son de Tokyo y su área metropolitana.

Pero la comunicación no fue muy fluída al principio. Había un “pequeño problema”... ni yo hablaba Inglés ni el tampoco. Él con su Japonés y yo con mi Español. Se nos ocurrió auxiliarnos de diccionarios. Él veía lo que me quería decir en su diccionario en Japonés, yo veía de su diccionario en Inglés y luego en el mío al Español. ¡funcionó¡ pues nos podíamos entender... aunque se tardaba un poco el diálogo. Estas peripecias nos ayudaron en nuestro estudio del Inglés y en el desarrollo de la amistad que poco a poco fue surgiendo. Nunca había valorado tanto un diccionario.

Fue en verdad divertido "charlar" por medio de los diccionarios. Esto aumentó la curiosidad en las respectivas culturas. Surgieron las preguntas de siempre... nombre, edad, hermanos, padres, creencias, etc. Su nombre: Akito Murata, edad 21 años. Para ser japonés era muy robusto de huesos anchos (no gordo, no es lo mismo) y sobre todo en su forma de ser es mucho más abierto y amigable que los demás japoneses. Pelo negro y muy blanco, para ser japonés.

No recuerdo el nombre de su padre, quien lo visitaría en Los Angeles o en Tijuana, aprovechando algún viaje de negocios, pues podía hacerlo a menudo por cuestión de su trabajo en una corporación japonesa. Le encantaba la Cerveza Corona, como a la mayoría. Le pongo de sobrenombre “Sunday”, por lo de Domingo. Nuestra frase favorita es “Me too”, porque no sabemos la forma gramaticalmente correcta y adecuada de decir “también yo”.

Akito significa “nacido cuando el sol sale”. Su madre, Elena, es católica, pero al casarse con su padre se alejó de la práctica religiosa muy poco común en Japón. Por ello, por las raíces de su madre, él tiene un “nombre católico” que es “Domingo”, pues fue bautizado de pequeño al igual que su madre y su hermana, que también se llama Elena. Ellas no tienen nombres japoneses sólo católicos... y exóticos para el caso de la cultura japonesa.

Como ya decía, pude darme cuenta de que para Akito, estudiar en Los Angeles era una forma de remediar por lo pronto su situación de fracaso escolar... y también el costo de estar en Estados Unidos es –para ellos-- mucho más barato y eficaz que estar en el Japón, pensando en la necesidad de aprender el Inglés. Ese fracaso escolar significó también la posibilidad de decidir acabar con la propia vida. ¡Vaya que tienen presión los estudiantes japoneses¡ ¡Qué mundo tan diferente para nosotros¡

Siempre resultaba interesante la hora del “lunch” pues cada quien cargaba con su comida típica y en ocasiones intercambiábamos. Los mexicanos éramos famosos por nuestra comida super picante y rara, la Cerveza Corona y el Tequila (tecuaila, en Inglés). Pocos querían nuestra comida sin la observación de que no estaba muy picante. Por lo regular al principio cada quien lleva su comida del país, pero poco a poco todo se estandariza en aburridos sandwiches y pedazos de pizza y refrescos. Ufff las sopas de noodles de los chinos y vietnamitas son incomibles, como las sopas Maruchan de hoy.


EL RESFRÍO

Un buen día Akito, no es que se desaparezca sino más bien no aparece. Al principio, no me sorprende, pues cualquiera se hace la pinta o falta una ó dos veces, pensé. Pero pasan otros dos días. Me inquieta no saber nada de él. Nadie parece saber algo, no dicen tampoco nada. Aprovecho para sacarle plática a Akiko... ojalá ella sepa qué pasa. Pero no. De modo que investigo qué ha pasado con él.

Al fin un estudiante japonés –de cuyo nombre no me acuerdo-- me dice que está enfermo. Me da la dirección y no la pienso dos veces: Tengo que buscarlo, tal vez me necesita. Nunca supe si este compadre vivía en sus mismos departamentos o eran de la misma ciudad.

El rumbo de donde vive es casi el mismo de Cambria, algunas 15 cuadras más al oeste y norte. Investigo cómo llegar, pues sólo sé tomar mi autobús a casa. Y llego, no sé como, pero llego como a los quince minutos de haber salido. Al llegar a los departamentos en donde vive me es difícil preguntar por él, pues quienes me rodean son todos japoneses de edad, que no hablan mucho Inglés... y yo hablo poco. Al fin doy con su cuarto.

Abre la puerta y se sorprende de verme ahí. Está positivamente sorprendido. Se deshace en atenciones, aunque apenas se puede mover. Tiene un severo resfrío. Me da el paso a su departamento. Un cuartito de 5 x 5 y un pequeño baño. No se puede caminar pues todo está tirado: ropa, libros, restos de comida, una pequeña televisión. Me dice que está muy enfermo pero que aquello pasará. Poco a poco investigo: No le ha llegado dinero de Japón y no tiene comida ni medicina. Le digo que regreso pronto, por fortuna traía como 50 dólares que mi tía Juanita me había dado. Voy a una farmacia cruzando la calle. Hablo –como puedo-- con el farmaceutico y le explico. Es la primera vez que hablo por mi cuenta en Inglés con un extraño. Me sugiere una medicina y la compro. Voy al supermercado y compro leche, pan, jamón, agua embotellada, chocolates, cacahuates (no japoneses, por cierto) etc.

Al tocar me abre de inmediato. Ya medio recogió su tiradero. Se sorprende y como puede abre los ojos del tamaño de un plato (claro, pequeño). Le explico de la medicina y pongo los alimentos en el mini refrigerador que tiene. Come algo, se toma las píldoras. Se conmueve y me dice que en Japón sólo su familia haría eso por él, no sus amigos. Armado de su diccionario, como puede me pregunta por qué hago eso (Why you are doing this for me?) Le digo que porque soy su amigo y porque soy cristiano. Me quedo hasta la hora en que todavía hay luz, como hasta las 5 de la tarde. Luego regreso a casa, como puedo y con un poco de miedo, esos barrios que atravieso no son mi rumbo y está casi a oscuras pues ya está anocheciendo. El viaje de regreso se me hizo super largo... ufff¡ pero llegué y me pongo a hacer la tarea que siempre era mucha.

Al día siguiente tampoco va a clases. Llega hasta el lunes. Se muestra muy agradecido y comunicativo conmigo. Parece que la época de los diccionarios ya quedó atrás. Me invita a ir a su departamento. Se muestra muy agradecido. Aviso a la Casa San Felipe que no iré a comer. Comemos comida japonesa. Me explica qué es cada cosa y cómo se come. Me enseña –con mucha paciencia y maestría-- a comer con los famosos y para mi muy raros Chop-sticks. Por cierto tengan mucho cuidado con un aderezo japonés --verde-- que parece guacamole... de lo contrario nunca se les olvidará... a mi me ardió la boca tres días. Me advirtió ya muy tarde cuando me lo había comido. El "Sake" delicioso... aunque se trepa muy rápido y se pone uno emocional a la segunda macetita que se toma. Si porque lo sirven en unas macetitas de porcelana muy pequeñas.


AMIGOS

A partir de ese día hay una comunicación muy espontánea y fluida. Se entera de que soy nacido en Guadalajara, católico, seminarista, franciscano. Se entera de que su compatriota Akiko me gusta. Dice estar dispuesto a trabajar en mi favor como cupido. Le explico que no será necesario porque “renuncio a ella” por mi compromiso de celibato. Me sugiere no complicarme la vida y mejor “cambiarme” de religión, hacerme protestante, pues los pastores si se casan. Le explico por qué no sería posible. Parece entenderlo, aunque no lo comparte. Para él es casi lo mismo ser católico que protestante. Le digo que si es casi lo mismo, entonces ser japonés  sería casi igual que, por ejemplo, ser chino ó coreano... protesta pero al fin lo  entiende... Comprende las grandes diferencias que hay. Sirvió mucho el violento ejemplo que le puse de ser chino ó japonés. El celibato, para él, es algo muy radical para su forma de pensar y ver la vida. Le parece exótico e invivible, pero lo respeta. Me dice: “Too heavy, my friend”.

En varias ocasiones me invita, como cada quince días, a comer. Va por mi en su motocicleta a la “Casa San Felipe” o a casa de alguna de mis tías. Las primeras veces en verdad me da miedo. Rezo porque no tengamos algún accidente, pero parece ser muy diestro en eso de las motocicletas, yo de todos modos rezo con mucho fervor y me renace una gran devoción a la Virgen de Guadalupe (ayyyy mamacita cuídame). Conozco un poco de la comida japonesa. Vamos al “Little Tokyo” y me compra varios souvenirs japoneses y me explica sus significados; a los japoneses les encantan los papalotes de tela (¿cometas?), sobre todo unos con figuras como de pescaditos. Después iremos a la Plaza Olvera. Le llama la atención una alcancía en forma de hamburguesa. Le explico para qué sirve y la llena poco a poco de monedas de 25 centavos, hasta el día que me pide le saque las monedas. Le horroriza que la rompo de un golpe en el suelo. Se la repongo después por un cochinito negro, que le parece simpático. Ahora hasta discutimos en Inglés de cosas de religión y de cultura. Pero siempre con mucho respeto, y reverencias. No cabe duda que ha comprendido el concepto latino de amistad: Ayudar al otro en lo que se pueda; ese concepto le gusta, me lo dice, pues en Japón, no sería así... sólo la familia te cuida.

Soy enviado a Oakland por unos dos meses. Finalmente, cuando decido no continuar por allá, un día tengo que regresar a México. Me da su número de teléfono y me dice que le llame por cobrar cuando quiera. El P. Fray Cornelio Moya --provincial-- me readmite a la Provincia de Jalisco y me envía a las misiones. Recuerdo que Akito me había pedido llamarle por cobrar. Así lo hago en dos o tres ocasiones, platicamos de cómo le va y cómo me va. No cabe duda existe la comunicación de siempre. Después, porque me mandan a la Sierra Huichola y allá no hay forma de llamar, se pierde la comunicación. Hasta ahora. Pero tal vez un día nos encontremos.



OTROS VIAJES A LOS ANGELES

Desde 1988, en repetidas ocasiones he ido a Los Angeles, pero sólo de paseo, de turista, por unos días. He estado en otras partes: Texas, Georgia, Alabama, Mississippi, Illinois. También en Canadá, Uruguay, Chile, Brasil y Perú. Pero L.A. aún sigue siendo bonita para mi; sigue siendo una ciudad que me gusta, a pesar de sus absurdos, a pesar de sus contradicciones. Una ciudad que amo, porque es la ciudad de mis tías y mis primos, la ciudad que me regaló un amigo, la ciudad de los mexicanos, aunque a los gringos no les guste. Los Angeles está en mi corazón, aunque cada vez la reconozca menos. Tachada de sucia, violenta, desagradable, desordenada. Pero sigue en mi corazón.

Es una ciudad de posibilidades gigantescas, hoy golpeada por la crísis económica, mucho más golpeada que otras ciudades. Los Angeles es todo: Estados Unidos, México, China, Vietnam o El Salvador. Gringa y mexicana. Blanca y negra. Latina y Anglo. Católica y protestante. Virtuosa y agresiva. Cercana y lejana. Verde y contaminada. Virtuosa y solidaria, agresiva y egoísta. Los Angeles, una ciudad que me asusta, pero que amo a pesar de todo; no podría decir que es mi casa, pero si es la casa de varios a los que amo.

3 comentarios:

  1. que tiempos aquellos...trabaje en casa franciscana guaymas con fray martin gates...pero aqui no pones tu nombre...me gustaria saber quien eres

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  2. Muy bueno!! no lo he terminado de leer pero ya frecuentare su blog gracias por estar conmigo se le quiere mucho :D

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