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13 de marzo de 2012

RELATOS FRANCISCANOS

RELATOS FRANCISCANOS II


BREVES PINCELADAS DE LA DIVERTIDA VIDA EN EL COLEGIO SERÁFICO.


Recordar aquellos ayeres, cuando era un adolescente de sólo diecinueve mayos (porque nací en ese mes) me hace sentir muy joven y lleno de ideales. Esos días de seminarista franciscano fueron decisivos para mi. Ese primer año escolar de Aspirantado en el Colegio Seráfico de San Agustín –1984/1985– fue en verdad interesante e intenso; pero también en ocasiones un poco difícil. Fue sin duda un año muy rico en experiencias y además animado y feliz. ¡Vaya que tener ideales es saludable y plenificante!. Recuerdo con afecto a muchos de mis Formadores: el P. Daniel Córdova, el P. Javier Benítez, el P. Adrián Valdéz, Fray Javier Hernández (el famoso crack), Fray Raúl Ramos y, como olvidar, a Fray Andresito y Fray Elseario. Y por supuesto, tuve muchos compañeros ilustres, venidos de muchos lugares del país: de Chihuahua, Saltillo, Monclova, Monterrey, Zacatecas, Colima, Uruapan, Cd. Obregón, Ensenada, Mexicali, San Luis Potosí, Cd. Victoria, Guanajuato, Nayarit (Rubén Morán y ‘El Niño’ famoso) varios de Aguascalientes y de muchos otros lugares de Jalisco; en 4 “A” (los que llegábamos con la Prepa terminada) éramos alrededor de 25.


Cada uno de nosotros había llegado a ese lugar por una ‘Historia Vocacional’ admirable; la gran mayoría no tenía claro el ser sacerdote o ser religioso-sacerdote, de alguna forma había una confusión. Ha pasado el tiempo y sólo unos pocos llegaron a la meta de ser franciscanos. Seguramente que muchos han logrado el éxito en su vida profesional. Unos pocos somos diocesanos, por ejemplo, que yo sepa, el P. Liborio Romero Ortega en la diócesis de Tijuana, el P.Fernando de Santiago en San Luis Potosí y su servidor en Aguascalientes. Y claro que hay un ‘garbanzo de a libra’ (y no porque sea pródigo en carnes).


El recién consagrado Obispo del Nayar Mons. Fray José De Jesús González Hernández OFM, también fue nuestro compañero: de Etzatlán, Jal. Por cierto, siempre fue un chico, humilde, agradable, estudioso, piadoso, noble, buen deportista y trabajador… Y no lo digo para adularlo porque es ahora Obispo (e influyente). Créanme que AHORA SI EL ESPIRITU SANTO LE ATINÓ (¡Vaya, ya me tenías preocupado Holy Spirit!). El otro día me mandó un mensaje por celular y me pareció simpático como lo firma: +Joven. Ustedes saben que los obispos deben firmar con la cruz (+) no por cuestiones eléctricas (positivo y negativo…) sino para significar su cercanía con Cristo y su ser Sucesores de los Apóstoles. Y sí, a él le decíamos “el joven fino del norte”. Lo nombraron obispo siendo párroco de una comunidad en Mozambique (¿Alguien sabe dónde queda?) anteriormente ya había estado –desde estudiante– en La Prelatura Del Nayar. Está joven, 47 años… monseñor le esperan 28 largos años de trabajo entre los indígenas y mestizos de esa parte de nuestro país ¡Ánimo!.


MUCHO QUE CONTAR Y COMPARTIR… ESCOJA LA QUE GUSTE.


Y hay cientos de anécdotas que podría relatar. Van unas pocas y muy breves, porque supongo que tienen muchas cosas que hacer y no sólo estar en Internet:


1.- Mis compañeros de la Prepa # 7 de la U de G, que eran unos 30, me visitaban y entre ellos –al momento de la salida– hacían una colecta; de modo que, gracias a ellos, de alguna manera yo era el colegial más rico y el que menos vivía la pobreza franciscana (por eso acabé de diocesano). Todos teníamos sobrenombres, luego les digo cómo me decían.


2.- Cuando a un seminarista le llevaban sus familiares o amigos una reja de manzanas o de mandarinas, después de la repartición comunitaria, le tocaba una manzana… O una mandarina… A lo más dos (Ahí sí me gustaba el comunismo, cuando al que le traían era al otro).


3.- Todos éramos hermanos… Y cuñados (por supuesto que en ‘El Señor’), sobre todo si había hermanas ‘ajenas’ y bonitas que admirar (¡Oh bella y fugaz adolescencia!) y a las cuales conocer.


4.- El pan (el alimento) era muy codiciado, pues tenía un poder ‘llenativo’ muy necesario en la ya mencionada adolescencia en la que te puedes comer hasta un árbol si se llega a ofrecer. Bueno, pues teníamos un compañero que eso lo tenía muy en claro en esa ‘selva’ de la casa de formación. Su técnica de conservación de alimentos y de disuasión –para que nadie se comiera el pan sobrante que guardaba de la cena– era muy efectiva: lo guardaba muy bien entre su ropa sucia (guaaàcatelassss) que por cierto sí estaba muy muy sucia (seguramente que su bocadillo ya no necesitaba mostaza u otro condimento).


5.- Las tazas para el café –que en el principio cuando Dios lo creó todo eran verdes– tenían ‘barbas’ de tan talladas y lavadas, se iban haciendo viejas (¡Hombre qué quieres todo por servir… adquiere barbas!).


6.- El Decano era ‘el Hombre más poderoso del Colegio’ (Bueno después del P. Rector y el Prefecto). Cuando eres Decano (¡yo lo fui!) te salen muchos muchos amigos y uno que otro enemigo envidioso de tu propio grupo (no digo nombres al aire, que al cabo ellos saben quienes eran… Ja ja ja). Y mi sucesor fue el joven, nuestro obispo del que les he hablado algunos renglones arriba.


7.- Los segundos “mas poderosos” eran los servidores pues tenían el poder de alimentar bien a los que fueran sus amigos y de darles lo ‘pior’ a sus enemigos (pero eso se daba en otros Postulantados de otras provincias no en el nuestro).


8.- La tía Felipa –que tenía tienda y nos quería demás– era la viejita más querida y adorada del pueblo y de la región.


9.- Por ello su tienda parecía empresa del gobierno (¿Como PEMEX?): En vez de ganar dinero lo perdía; nos daba a todos galletas, dulces, chocolates, pan, refrescos y sabritas. Era un milagro que no la cerrara por incosteable. Luego falta que todavía le cobraran impuestos, o que le pidieran de la Parroquia que cooperara con algo de diezmo.


10- El Padre Benítez te tenía consideración si le decías la verdad cuando te cachaba en infracción. Pero si le salías con algún cuento chino (y no hablo del P. Javier Ley, conste) no te la acababas. Y eso me gustaba. Si, claro, yo siempre decía la verdad y pues eso tenía sus ventajas.


11- Tenía (el P. Javier Benítez) un perro Collie –no recuerdo si así se escribe– como Lassie. ¿Se acuerdan de ese famoso perro?. Se llamaba ‘El Chubasco’; todos lo queríamos… Decíamos que era otro ‘colegial’. Hasta jugaba Foot-ball con nosotros y entraba a la Capilla. En alguna ocasión se enojaba y te mordía. Y uno que otro collón llegó a chillar… Pero cuando mordía, te mordía despacito, con cuidado hasta eso (¡A ver, a ver, ponga su manita!).


12.- Unos compañeros hablaban dormidos (entre ellos) y se respondían y se hacían preguntas (El Elvis y el Hule, según recuerdo). ¡Aaayyy que miedo!. Sobre todo cuando eso pasaba a las 3 ó 4 de la mañana. Por cierto el ‘Hule’ era buen chavo, originario de Fresnillo (junto con el Truck) y dormía en una tabla.


13- Todos (menos yo) le tenían mucho miedo a Victor ‘El Zapopan’, ‘quesque’ porque era muy ‘pelionero’. A mí me la… contaron así. Ja ja ja ja.


14- Había tres compañeros karatecas: Tony Kiaaaaap (mi amigo de Uruapan), Francisco Javier Araiza y Lancaster-Jones (al que ‘Paquito’ le puso ‘Johnson & Johnson’). En una ocasión la dentadura de Lancaster salió volando por una patada de Kiaaaaap. Todos nos reímos mucho, menos Johnson.


15- Las Moya eran catequistas amigas de todos los colegiales. Sobre todo Tere… Saludos hasta San Agustín.


16- La tasa de deserciones era alta. Varios de los compañeros se quedaron de novios con las nativas de la región (y lo digo sin mala onda, ehhhh!)


17- Unos éramos tan buenos para el Foot-ball que nos pusieron ‘Los Clásicos’… Con el tiempo muchos mejorábamos, otros a pesar de los años, sólo veían los partidos desde adentro en vez de jugar (El Pato dixit).


18- Desde Plaza Del Sol hasta San Agus, en los ‘torbellinos azules’ que se iban por todo López Mateos, y también iban a Santa Anita, tranquilamente te podías echar unas dos horitas. Por eso se llevaba uno un buen libro (acuérdense que no había iPod o celulares) pues una grabadora era muy estorbosa para oír música y se veía muy ‘power ranger’.


19- Los que hacían la Prepa en el Seráfico se creían con más derechos que los que la habíamos hecho ‘afuera’. Y nosotros a ellos los veíamos ‘más inmaduros y más mañosos’; ja ja ja… de modo que a mano, ¿No?.


20- La mejor hora para dormir era la hora de estudio, sobre todo para los que se dormían con los ojos abiertos, como el Elvis de acá de Aguas. Muy amigo por cierto del ‘Chico Menudo’ (Chuy López) a quien he tenido el gusto de saludar por acá por Aguas.


21- Todos veíamos a los novicios como súper héroes. Y no se diga a los filósofos o teólogos. Y soñaba uno con tener su Santo Hábito y su cuerda… Y sus sandalias ‘franciscnas’.


22- Los chavos del pueblo, en su gran mayoría, nos veían como rivales, ‘quesque’ porque les bajábamos a las chavas de ahí, sobre todo a las catequistas (a la mejor estaba relacionado con el que nos bañábamos TODOS LOS DIAS, con agua fría… Eso nos estiraba la piel y nos hacía ver más brillosos, rozagantes y jóvenes, creo… ¿Tendría algo que ver?).


23- Había un compañero de San Juan De Los Lagos al que le decíamos ‘Roberto Genutivo’ (Ahhh raza, ¡Cómo son! Sólo porque en lugar de decir ‘Genitivo’ en la clase de Latín, dijo ‘Genutivo’. ¡No se aguantan, carretas!). A mi me decía: ¡No te rías pin… Tocayo! Y más me reía…


24- Miguel Angel Zamora, de Ejutla Jalisco, nos plegoneaba a todos, nadie se le escapó… Bueno a la mejor sólo el Provincial… Para todos y todo tenía respuesta y un pinnn…to ‘dichito’ de acuerdo a la ocasión y el motivo. Me pregunto si no será pariente de Roberto Gómez Bolaños o de Derbéz… No dudo que haya sido asesor de la Real Academia De La Lengua Española, porque la manejaba muy bien… Es más, a la mejor él ‘inventó’ el Español.


25- El peor de los oficios eran los baños de la Portería, pues siempre estaban de dar pena ajena. Era común que los muebles sanitarios estuvieran rebosantes y cubiertos de pilares de oro y… (Nota: no hablamos del Estadio Jalisco y sus porterías sino de la portería del Convento).


26- Uno de los mejores momentos de nuestra existencia como seminaristas era cuando llegaba el momento de la posada del pueblo para los colegiales (sí, nosotros), ese día nos vengábamos y comíamos por todo el año. Había puestos de todo… El de la fila más larga era el de los tacos de Plácido Moya. ¡Qué días aquellos!.


27- La publicidad en el pueblo se hacía por medio de un altoparlante que llegaba a todas las calles y casas… Y se oía cada cosa: ofertas, canciones de fulanito para zutanita, y viceversa, de fulanita para los colegiales (nosotros), avisos de la Parroquia, avisos del delegado de pueblo, del ejido. Disfrutábamos más esa propaganda comercial en el momento del estudio… Parecía que te ponían la bocina en las orejas.


28- De vez en cuando, por azares del destino y permisión divina, te salía una piedra en los frijoles… A mi en una comida –el día más doloroso de mi vida– me salieron cuatro… En un solo plato. ¡Imagínese las que habría en toda una olla!. Pero era lo de menos.


29- Los colegiales tramposos fumaban en la azotea. Pero nos podíamos dar cuenta por el humo que salía de ciertas partes. De vez en cuando el P. Benítez les daba un susto. Ahhh y también les encantaba ir a la huerta a lo mismo.


30- La meditación se te pasaba rápido… Como un sueño. Ja ja ja, en una ocasión un compañero empezó a gritar a media capilla, pues estaba –en la meditación– en plena pesadilla, con gritos y pataleos y todo.


Cuántas anécdotas e historias interesantes. En verdad yo fui muy feliz en el Colegio Seráfico San Antonio de Padua, en San Agustín, Jal. Levantarte desde las seis y andar en friega hasta las diez de la noche, vaya que era un reto; pero lo hacías con gusto, porque era el principio de tu sueño: ser franciscano, ser sacerdote, ser de Dios.


PBRO. ROBERTO SANCHEZ DEL REAL.

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