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20 de enero de 2010

NO CONFUNDIR REPRESION CON DISCIPLINA

CUANDO LA DISCIPLINA SE CONFUNDE CON REPRESIÓN EN EL SENO DEL HOGAR

        Por razones obvias, que tienen que ver con la evolución política del país, cada vez nos identificamos más con la libertad y la democracia. Y eso es positivo: Se acabaron los tiempos del gobierno que mandaba y los ciudadanos que obedecían aún en contra del sentido común. Por otro lado, la mayoría de los padres de familia --de los 50 a los 35 años aproximadamente-- fueron educados como niños cuya opinión no valía y con castigos frecuentes y humillantes muchas veces.

      Por ello, en los hogares de hoy se ha desarrollado un inconsciente rechazo a la disciplina, alentado por el sistema escolar, que atinadamente les habla a los niños de derechos pero NUNCA de obligaciones y deberes. Los Derechos son considerados algo sagrado -y lo son-. En contraparte las obligaciones son vistas como algo "bonito" que sería deseable cumplir, a voluntad, como un bello pero inútil adorno: Como las estrellitas que nos ponían en la frente... en el kinder, sí.


      Y todo mundo se escandaliza porque sube la criminalidad. Pero no se habla de lo principal: En nuestras familias ya no educamos en los valores ni la ética, mucho menos en la Caridad Cristiana. A lo mucho se educa en las habilidades "útiles", es decir, en aquellas a las que se puede sacar provecho. Se tiene miedo a sonar "obsoleto" y es complicado poner el ejemplo: Disciplina es una mala palabra. Prohibido hablar de ella. "NO SE VAYAN LOS NIÑOS A TRAUMAR" como se dice popularmente.



      Muchos padres evaden su responsabilidad... les hablan a los niños de "portarse bien" en la escuela "porque si no, el maestro los regaña", no porque es su deber portarse bien. Quien llama la atención es "enojón" y "no quiere a los niños". Los padres de familia no miden el alcance de dejar a sus hijos sin formación en los valores porque están demasiado ocupados en conseguir dinero para darles todo a los hijos: Ya no educan, ahora dan cosas y quedan bien: Los padres "se mueren" por comprar la aprobación de los hijos.

     El maestro que corrige se convierte en el malo que no tiene "vocación" de educador. Y mejor no le entran al problema, prefieren la comodidad de ir con la corriente, pues el sindicato --por muy poderoso que sea-- no protege mucho contra la turba de padres indignados y de madres dispuestas a "pelear hasta con los dientes" porque a sus hijos se les llama "injustamente" la atención. "Yo sé lo que tengo en casa y mi hijo no es tan malo", afirman los progenitores en el 99 % de las veces que se ofrece dar testimonio sobre la santidad "ontológica" de sus retoños. Por su natural y profesional instinto de conservación, los profesores (y las profesoras) no quieren tener problemas, pues la mayoría de los padres no comprenden lo difícil de su papel.


     Y en cuanto a la Iglesia, les dicen a los niños que se porten bien "porque si no el Padrecito los regaña... o Dios los castiga". No les hablan del amor a Dios y su santidad (¿Qué será eso?) y de respetar el lugar santo y a las personas... no, el Cura y si se ofrece --hasta Dios-- son los malos de la película... ellos se lavan las manos, ellos son buenos porque "comprenden". Y si el niño está brincando en las bancas y gritando como Tarzán en plena Consagración, pues el Padrecito TIENE QUE AGUANTARSE, "Por eso la gente se va con los protestantes" (Ayyyy que mello¡¡¡¡¡) por lo regañones que son los padrecitos (y también las monjitas, pues no pueden faltar al reparto de utilidades) Por eso mejor "no vamos a Misa porque tenemos niños chiquitos" (Ajá...) No, no si la Iglesia anda "re-mal" por culpa de los Curitas.

     Igual pasará con la Policía, con el dueño del carro que el niño rayó... Los demás que no dejan pasar las averías de los angelitos son "los enojones, los malos, los delicados". Por ello la disciplina "no pega" ni es popular, pues es equiparada a la represión, en ese mundillo descerebrado --pero muy cómodo-- de la irresponsabilidad compartida entre padres e hijos. Ahora resulta que querer a los hijos es ser testigos mudos, complacientes y muy sonrientes de su propia autodestrucción.

     Los padres no piensan en el futuro sino en los próximos minutos; no conocen el concepto de "educar para la excelencia". Por desgracia el futuro reprobará a todos aquellos niños que fueron formados en la irresponsabilidad y la mediocridad. El niño educado en el cumplimiento del deber, la pulcritud y el respeto, con disciplina, será el dueño del futuro. El "educado" en la blandura de la irresponsabilidad sólo será peón de los tiempos, de las estructuras... y de los demás. Niños de papel de China (por débiles y por chafas) que no soportarán las tormentas de la vida.

     El problema ya nos alcanzó. Y las víctimas somos todos... hasta los victimarios. Solución: Padres de familia, vayan en contra de la corriente. Enseñen virtud a sus hijos... Jesús dijo: "Sean santos como su Padre es Santo..." No hay mañana.

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