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6 de abril de 2012

HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE

HOMILÍA

Hoy Viernes Santo, de este 2012, le damos gracias a Dios Todopoderoso, porque nos permite vivir este día tan especial. Por su Muerte Jesús ha ganado para nosotros la SALVACION. Y no hay otra manera de ser salvados, sino sólo por medio de Jesús, el Hombre-Dios, que aceptó por obediencia al Padre y amor a nosotros el suplicio cruel de la muerte en la cruz, a la que eran arrastrados –con causa justificada o sin ella– los considerados como la basura de la sociedad de aquel tiempo.


Afortunadamente, todos los que acudimos a los oficios del Viernes Santo, o que acompañamos a Jesús –simbólicamente– en el transcurso del Viacrucis, tenemos la conciencia de ser pecadores y que de su muerte hemos sido beneficiados. Pero, seamos realistas, EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS. Y, si echamos un vistazo al acontecer del mundo, de nuestro país, de nuestra ciudad, de nuestra parroquia y tal vez hasta de nuestras familias, llegaremos a esa deprimente conclusión de que, en efecto, poco a poco EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS.
Por eso, una representación como la de la mañana –El Viacrucis– o esta celebración, son para muchos una especie de residuo de un pasado que no acaba de morir, una rareza, una curiosidad o simplemente una mera tradición cultural. EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS, por eso se ha vuelto contra el mismo Hombre, por eso no le importan en verdad los derechos ni la dignidad de las personas y sólo promueve lo que grupos de manipulación pueden usar como banderas para acumular poder.
EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS, por ello aumenta el número de suicidios, sube la violencia, el consumo de drogas y alcohol, se multiplican los abortos, los ancianos que son vistos como piltrafas viejas y estorbosas, cada vez más son las mujeres que tienen que educar y sostener solas a sus hijos sin concurso de varón porque el ejercicio de la sexualidad se ha empobrecido y se ha desvinculado del compromiso y el amor humano. EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS, por eso disminuyen las vocaciones pues cada vez son menos los jóvenes que quieren entregarle su vida en servicio de su pueblo. EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS, por eso son cada vez mas los que le apuestan al demonio derrotado, por medio de las brujas, los hechiceros, los adivinos y la superstición. EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS, PERO DIOS NO SE HA OLVIDADO DEL MUNDO AL QUE ENVIO A SU HIJO PARA SER SU SALVACION.
Por eso, porque EL MUNDO SE HA OLVIDADO DE DIOS, HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE la sangre preciosa de su Hijo derramada en la Cruz y el Gólgota y por ella nos siga amando y ayudando a no perder la SALVACION. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE su gran amor hacia nosotros, cada vez que cumplamos con gusto con nuestras obligaciones. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que somos sus hijos, cada vez que nosotros defendamos y auxiliemos al pobre, al solo, al enfermo y al explotado. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que su Hijo cruzó nuestros caminos, cada vez que nosotros, como El, tengamos compasión del otro, a ejemplo del Buen Samaritano del Evangelio. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que su Hijo Jesús fue un niño dulce e inocente, cada vez que nosotros respetemos y honremos a los niños, cada vez que nos abstengamos de hacer el mal enfrente de ellos, cada vez que amarremos nuestra lengua para no darles malos ejemplos, cada vez que como padres o madres de familia evitemos que se vayan por el camino fácil del mal y la mediocridad. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que su Hijo fue concebido en el seno de María, cada vez que respetemos la vida de un no nacido, cada vez que cumplamos con nuestro deber de proteger a la mujer sola y embarazada, cada vez que ayudemos en la construcción de un Hogar para recibir a un bebé que está por nacer.
HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que su Hijo Jesús cargó una pesada Cruz con dignidad, cada vez que nosotros no nos dejemos vencer por el peso de las dificultades, cada vez que hagamos con gusto y amor nuestras labores propias del hogar, nuestras tareas o lo que realicemos en nuestro empleo o trabajo. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que su Hijo sufrió las durezas de la Cruz y la agonía, cada vez que nosotros aceptemos con paciencia la enfermedad o el deterioro físico propio de la edad. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE su misericordia, cada vez que le pidamos perdón desde lo más hondo de nuestro corazón, cada vez que perdonemos al que nos ofende, cada vez que renunciemos a la venganza. HAGAMOS QUE DIOS RECUERDE que somos sus hijos, cada vez que invoquemos el Nombre bendito de su Hijo, diciendo: JESÚS EN TÍ CONFÍO.

PBRO. ROBERTO SANCHEZ DEL REAL.

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