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17 de junio de 2012

RELATOS FRANCISCANOS 6

RELATOS FRANCISCANOS VI

ÚLTIMOS DÍAS DE NOVICIO Y LLEGADA A ZAPOPAN

Antes de hablar de la Profesión religiosa, quiero dejar asentado mi homenaje de gratitud ETERNA para tres hermanos que creyeron en mi: El P. Fray Cornelio Moya, Fray Ernesto Meza, el P. Fray Alberto Campos Hernández (Maestro de Novicios). El Padre Cornelio fue, desde mi punto de vista, el mejor provincial que los Franciscanos de esta parte del país hayan tenido en los últimos 40 años… Y lo puedo decir con la libertad de quien ya no es parte de esa familia religiosa, pero que igual la ama y la respeta. Quiero resaltar la actitud de dialogo y apertura del P. Maestro, pues en repetidas ocasiones fui muy atrevido al cuestionar sus ordenes y decirle que no estaba de acuerdo… UFFFFFF!! hubiera sido otro –sobre todo algún acomplejado– y me corre. No en vano es ahora obispo… Un hombre grande en verdad. También quiero dejar asentado que la amistad de las Hermanas María De La Luz y María Guadalupe Mier Hernández (HSCSMG) me ayudó mucho. Hasta la fecha –aunque poco– pero estamos en contacto. También el P. Junípero Mata (el Guardián del Convento) fue bueno y comprensivo conmigo, aunque exagerado en eso del ahorro; sin embargo, la mayoría de las veces tenía razón, aunque no lo entendiéramos de momento. Incluyo en mis agradecimientos al P. Fray Evencio Herrera, quien era el director espiritual. Y no puedo dejar de mencionar a Fray Rubén González Argüelles, el vicemaestro, que tanto me ayudó como formador y como amigo. Y por supuesto, también gracias a todos los ex compañeros de ahí mismo. Unos se ordenaron o profesaron para siempre aunque la mayoría salió hacia otras rutas de la vida.

LA PROFESIÓN RELIGIOSA O VOTOS TEMPORALES

Finalmente, el 14 de Agosto de 1989, en el Santuario de Guadalupe, profesamos. Fue en verdad una experiencia inolvidable: a la manera medieval arrodillarte ante el representante de Cristo (el P. Provincial), cual si fueras un mozo imberbe que está siendo armado caballero, y poner tus manos entre las suyas –en signo de juramento– como hacían aquellos ante su señor feudal, para luego pronunciar los votos de Pobreza (fácil), Castidad (un poco menos fácil) y Obediencia (Ayyyyy!!! Palabras mayores) y ser miembro ya de la Orden de Frailes Menores (eso significan las siglas OFM). Si, emocionante: estaba comprometido con Dios, la profesión de votos fue por un año, aunque la intención era para siempre.

Un dia inolvidable: muchos sentimientos, muchos festejos, muchas fotos… Y muchas preguntas e interrogantes. Después de 15 dias de vacaciones nos presentaríamos en el Convento de Zapopan, para iniciar la Filosofía, aunque ‘oficialmente’ iniciábamos un curso llamado post-noviciado, pero estudiando materias de esta rama del conocimiento. Para mi llegar a vivir en el Convento de Zapopan (Convento Franciscano de Nuestra Señora de la Expectación, era su nombre oficial) era en verdad un deseo… Quería ver qué se sentía ser fraile en mi propia ciudad, a unas cuadras de casa. Tenía grandes ilusiones de ser sacerdote franciscano… Por lo pronto quería aprender Filosofía.

EMPEZANDO LA FILOSOFÍA EN ZAPOPAN

No recuerdo el día, pero se llegó… Otra vez, llevar cosas: ropa, libros y demás (el “demás” incluía alguna maceta que mi abuela me regaló, una grabadora nueva y recuerden lectores QUE LOS CELULARES Y LAPTOPS NO EXISTÍAN… Que dura nuestra vida, comparada con las condiciones de ahora, ja ja ja). Todo era fascinante: caminar por los claustros que yo admiré y conocí como niño del Catecismo, como visita; ahora era morador de la casa, miembro de la comunidad franciscana de Zapopan. ¡Qué maravilla! Moverme libremente, estar en el refectorio, ir a uno de mis lugares preferidos como la biblioteca; el coro, las canchas, los salones, los jardines, la alberca (no se emocionen una alberca standard para 100 frailes no crean que es en verdad lujo alguno); las diferentes capillas del Convento y –por supuesto– el lugar más apreciado por todo aquel que se precie de ser buen franciscano: la cocina… Je je je la cocina siempre es importante en toda casa, ¿A poco no?.

También era interesante convivir con otros hermanos, de los grados superiores. Venidos de muchas partes, entre todos formábamos una comunidad muy dinámica y ‘sui generis’. El Convento de Zapopan de alguna manera era el centro de la Provincia, por ser la sede del gobierno de la Orden; también era enfermería, casa de paso, estudiantado (“Coristado” es decir casa de formación de religiosos de coro, destinados al sacerdocio) y por supuesto, Santuario. Estando ahí de alguna manera conocías –o con el tiempo en realidad podrías llegar a conocer– a todos los hermanos religiosos. En el primer año siempre se sentía mucha curiosidad y emoción por sentirte parte de algo en verdad grande. ¡Qué privilegio vivir en el Santuario de Nuestra Señora de Zapopan!. Aunque en los primeros dos o tres dias el “tac tac tac” del enorme reloj de la fachada de la Basílica y el incesante ulular de patrullas y ambulancias no me dejaban dormir. Luego pasó… Seguiremos.

PBRO. ROBERTO SANCHEZ DEL REAL.

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