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29 de agosto de 2011

ESPIRITUALIDAD Y REALIDAD

“PRISIONEROS DE LO MATERIAL Y EL MATERIALISMO”

SIN ADVERTIRLO HEMOS PERDIDO NUESTRA SENSIBILIDAD ESPIRITUAL


LA VIDA AYER Y HOY

VITRAL DE SANTA ELENA


Si revisamos el tren de vida actual y lo comparamos con el que llevaban nuestros padres o abuelos hace apenas 40 ó 50 años, tendremos que advertir cambios dramáticos; y esos cambios no tienen sólo que ver con la tecnología sino —en especial— con la manera en que nos vemos a nosotros mismos y en cómo vivimos y administramos el tiempo. Para la mayoría ahora se vive mejor que antes, ¿Será?. Ahora todos corremos y nos apresuramos, a pesar de contar con mayores comodidades y ayudas. En esta era “visual” lo que no se ve “tiende” a ser considerado no como ‘invisible’ sino como INEXISTENTE. Y ello no nos lleva por la senda del realismo y la objetividad, pues algo es y existe incluso si yo no lo advierto o no lo reconozco (las bacterias ahí están a pesar de mi incapacidad para verlas a simple vista). Como no vemos a Dios, ¿Asumimos que no existe? Y aquí está uno de los méritos de las religiones orientales: el educar con insistencia y convicción, precisamente en la irrebatible existencia de lo invisible. Tal vez nosotros como católicos hemos dejado de machacar elocuentemente en el punto.

PERDIDA DE CAPACIDADES

En el marco de nuestra cultura contemporánea occidental, hemos ido perdiendo la capacidad de abstracción. Me explico: arrojados en el tobogán del ‘emocionalismo’, que nos lleva a sólo considerar como existente lo que se experimenta sensorialmente, lo aplastantemente visible (por la forma en que somos bombardeados por los medios) ya no tenemos la capacidad de “considerar” lo imperceptible, lo que no está a tiro de piedra de la capacidad de los sentidos. Y ello abarca desde lo matemático —pasando por lo humanitario— hasta lo espiritual y lo divino. Y así, por ejemplo, se toma como algo normal y NO-ALARMANTE nuestra incapacidad generalizada para mentalmente hacer una simple operación matemática sin calculadora. Ello es sólo un botón de muestra.

INCAPACIDAD PARA SENTIR Y VALORAR

La ineptitud generalizada para hacer mentalmente una sencilla operación aritmética, la verdad no es gran problema (fuera de “ayudarnos” a estar más propensos a enfermedades como el Alzheimer) pues se puede superar con la calculadora. Pero ¿Y qué pasa cuando la cuestión no es una simple operación sino el rumbo y sentido de la vida humana?. Y esto es el vértice de muchos de nuestros problemas actuales que nos han llevado a una vida menos humana y en la que por ende nos sentimos más solos y perdidos.

LOS PRINCIPIOS Y VALORES NO SE VEN NI SE SIENTEN

Los positivistas (versión de fines del siglo XIX y principios del XX del ateísmo) decían que Dios no existe porque no se puede comprobar científicamente su existencia. Sin querer tal vez con nuestra vida les estamos dando la razón (no que la tengan). Por ello (porque son invisibles) los principios son difíciles de considerar en un mundo que no tiene tiempo de razonar; poco a poco los vamos dando por inexistentes o perdidos. Pareciera que son parte de un pasado nostálgico que ya nunca volverá. TODOS QUEREMOS QUE EN NUESTRO BENEFICIO LOS DEMAS LOS VIVAN, SOBRE TODO CUANDO ALGO NOS AFECTA.

VIVIR SEGÚN CRISTO

Pero ¿Quién empieza a esto de vivir los principios? Si amamos a Dios, nosotros deberíamos de empezar a vivirlos de nuevo y a educar en ellos. ¡Muy bonito! ¿Verdad? Vivamos en el amor de Dios… Aunque no se vea. Eduquemos en el amor de Dios… Aunque sea más difícil que educar sólo en la exigencia de nuestros derechos. Si así lo hacemos, Jesús bien podría decir: “El Reino de los Cielos es semejante a un Padre de familia que educa con amor a sus hijos en lo que Yo les he enseñado, a pesar de que tiene que ir en contra de la corriente”

PBRO. ROBERTO SÁNCHEZ DEL REAL.

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